El manatí es un mamífero acuático herbívoro, de cuerpo robusto, cubierto de pequeños pelos sensitivos, de allí su nombre genérico (Thrichechus, que tiene pelos). Presenta los miembros anteriores modificados en aletas en forma de remo y los posteriores están ausentes, siendo sustituidos por una cola aplanada dorsoventralmente. Existen tres especies de manatíes, una en el continente africano y dos en el continente americano, las cuales junto con el dugongo comprenden el orden de los sirénidos (Sirenia).
Características generales
El manatí es un mamífero de grandes proporciones, con una talla y peso que oscilan entre 1,6 – 2,3 m de largo y 120 – 170 kg para el manatí amazónico; 2,8 – 3,0 m y 400 – 550 kg para el antillano; y el manatí africano, que puede alcanzar los 4,2 – 4,5 m de longitud y los 320 – 410 kg.
Su cuerpo es de color gris o marrón, fusiforme, con abundante grasa subcutánea. Posee una cabeza pequeña en proporción al cuerpo, el cuello no es distinguible externamente, e internamente la región cervical está conformada por sólo seis vértebras, a diferencia de la mayoría de los mamíferos que poseen siete vértebras cervicales.
Los ojos son pequeños. Las orejas carecen de pabellón externo. El hocico es corto y chato; los labios superiores son carnosos, flexibles, provistos de vibrisas y están hendidos, pudiendo moverse independientemente cada lado durante la alimentación.
Alimentación
Los manatíes del continente americano son organismos herbívoros no selectivos, pudiendo ingerir más de 60 especies diferentes de plantas, tanto sumergidas como flotantes o emergentes. Los adultos pueden pasar hasta 6 u 8 horas diarias alimentándose, generalmente en sesiones de 1 a 2 horas, consumiendo entre el 8 y 15% de su peso corporal diariamente.
Estos organismos también presentan distintos mecanismos de alimentación, generalmente se alimentan en camas de vegetación acuática (nenúfares, lirios de agua, manglares) y subacuática (algas y pastos marinos o de agua dulce), pastoreando o ramoneando, aunque también pueden comer frutos que encuentran flotando en el agua, o remover el sedimento en busca de rizomas o raíces ricas en carbohidratos.
El manatí africano, por su parte, es omnívoro. Este hecho había sido señalado por pescadores de distintos países africanos, quienes mencionaban que los manatíes se alimentaban de los peces atrapados por sus redes, información que había sido considerada solamente de manera anecdótica por algunos investigadores, mientras que otros sugerían que dicho comportamiento alimenticio podía ser de tipo oportunista ante la escases temporal de otras fuentes de alimento, sin embargo, en años recientes se ha demostrado el carácter omnívoro de esta especie, que puede llegar incluso a consumir cerca de la mitad de su dieta con ítems de origen animal, principalmente peces y moluscos.
Reproducción
La mayor parte de la información existente sobre reproducción en manatíes proviene de estudios realizados con manatíes antillanos. En esta especie, la madurez sexual es alcanzada primero por la hembra, lo que ocurre a los 3 años, aunque solo comienza a ser capaz de reproducirse a los 7-9 años, mientras que los machos pueden reproducirse a partir de los 9-10 años.
Son organismos solitarios y poliándricos, que solo se juntan en época reproductiva, en la cual se forman grupos de hasta 17 machos por cada hembra, los cuales compiten entre sí a empujones para aparearse con la hembra. Estos agrupamientos reproductivos pueden ocurrir en cualquier época del año, pero con más frecuencia en verano.
Luego de una gestación que puede durar poco más de un año, la hembra da a luz a una única cría (eventualmente 2), que mide entre 1,2 y 1,4 m y pesa entre 27 y 32 kilos. El macho no participa en la crianza del hijo, que acompañara a su madre durante un período aproximado de dos años.
Hábitat y distribución
Como ya se mencionó, existen tres especies de manatíes, una africana y dos americanas. El manatí africano habita en la costa atlántica africana, desde Senegal hasta Angola, así como en algunos estuarios y ríos que drenan estas costas, pudiendo penetrar largas distancias aguas arriba de estos ríos para encontrarse también en países que carecen de costa, como Mali, Níger y Chad.
El manatí antillano, por su parte, está dividido en dos subespecies, una que habita en Florida (EE. UU.) y el golfo de México, y otra que se distribuye desde México hasta Brasil, incluyendo algunas de las islas del Caribe. Es una especie que no tolera bien temperaturas del agua inferiores a 15 ºC, por lo que se cree que las bajas temperaturas existentes al norte del golfo de México se convirtieron en una barrera que impidió la migración y el flujo de genes entre los individuos de las poblaciones de manatiés antillanos a lo largo de toda su área de distribución, originando la aparición de las dos subespecies.
Así como el manatí africano, las subespecies del antillano toleran muy bien los cambios de salinidad, pudiendo habitar costas, estuarios, ríos y lagunas poco profundas. La mayoría de las poblaciones de estos manatíes migran o se desplazan entre ambientes marinos, estuarinos y dulceacuícola.
La especie amazónica, sin embargo, es exclusivamente dulceacuícola, y habita en la cuenca del Río Amazonas, en Brasil, Colombia, Ecuador y Perú. Prefiere los remansos y lagos poco profundos, así como las planicies inundables.
Estado poblacional
Todas las poblaciones de las distintas especies de manatíes están sujetas a enormes presiones que han ocasionado una merma en la cantidad de individuos por población, debido a ello, están clasificadas como especies “vulnerables” según las listas rojas de la Unión Internacional para la conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales (IUCN, por sus siglas en inglés). Adicionalmente, su comercialización está prohibida internacionalmente por la “Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre” (CITES), al incluirla en su Apéndice I.
Principales peligros que amenazan su existencia
Depredación
A pesar de su tamaño y la cantidad de alimento que representa para un depredador, los manatíes parecen tener pocos enemigos naturales, principalmente caimanes, tiburones y orcas, existiendo muy poca información sobre ataque de estas especies sobre los manatíes.
Floraciones algales nocivas
Las floraciones algales, también denominadas mareas rojas, se deben a un crecimiento explosivo de microalgas, principalmente dinoflagelados, capaces de producir toxinas. Existen registros de mortandades masivas de manatíes debido a dichas floraciones.
Condiciones ambientales
Con respecto a las condiciones ambientales, las bajas temperaturas, como las registradas en Florida para 2010, se cree que pudieron ser la causa de mortandades de manatíes en esa zona de los EE.UU. Sin embargo, más impactantes para la supervivencia de estos mamíferos son las presiones, directas o indirectas, de origen antrópico, las cuales cambian dependiendo de la región geográfica.
Colisión con botes
La colisión con vehículos acuáticos puede ser causa tanto de muerte directa e inmediata, como de muertes indirectas. La propela de las embarcaciones puede causar lesiones en la piel que pueden derivar en infecciones letales. Esta es considerada la principal amenaza para el manatí de Florida (EE. UU.), donde se ha estimado que puede ser responsable de hasta el 35% de las muertes de manatíes. En el resto de las áreas de distribución de los manatíes, sin embargo, este tipo de muertes es mucho menos frecuente.
Caza furtiva
Aunque su cacería está prohibida en toda su área de distribución, la cacería furtiva es la principal amenaza para la supervivencia de esta especie en América Central, Sudamérica y en la mayor parte de África.
Contaminación ambiental
La contaminación de los cuerpos de agua donde habitan los manatíes es un problema creciente, principalmente a causa de derrames petroleros.
Cambios globales y destrucción de hábitat
Aunque han sido poco evaluados, los cambios globales son una seria amenaza para la supervivencia de los manatíes, al igual que para el resto de las especies acuáticas, principalmente por los problemas de sequías extremas que son cada vez más frecuentes y que amenazan con secar, aunque sea temporalmente, cuerpos de agua dulce que antes eran permanentes.
Referencias bibliográficas
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