La magistratura era una institución romana consistente en un cargo público con diversas potestades. La misma podía hacer referencia a distintas actividades, esto es, existía diversidad en la materia. Así, los magistrados ostentaban distintas responsabilidades, distintos rangos en ejercicio de su autoridad. Dichas potestades y responsabilidades podían variar dependiendo del contexto; así, en una situación de guerra, por ejemplo, existían algunas prerrogativas para algunos magistrados que tenían que ver con la rápida toma de decisiones.
La magistratura fue instituida como una forma de evitar la acumulación de poder en manos de una sola persona, como por ejemplo en el caso de los reyes; así, un magistrado tenía un rango de autoridad limitado, límite que frecuentemente era puesto por otro magistrado. Hoy en día, el término magistrado también hace referencia a funcionarios de índole pública, en este caso a los jueces.
En el caso de la antigua Roma, el magistrado podía tener a su cargo una función legislativa, ejecutiva o judicial, circunstancia que se distingue de la actualidad. Los mismos debían tener un mínimo de edad, hecho que era regulado por la ley. En efecto, la magistratura era una carrera política con todas las letras y tenía para su concreción la obligación de pasar por distintas etapas.
Esta circunstancia garantizaba que la persona destinada a llevar a cabo dicha responsabilidad tenía la capacidad necesaria. Este tipo de circunstancia da una idea cabal del nivel de complejidad a la que había llegado la sociedad romana; no obstante, dicha complejidad en el ámbito administrativo y político, también debe entenderse como una forma de protección ante posibles excesos, circunstancia ya evidenciada en muchos momentos de la existencia dela vida romana.
Como se ha sugerido, las magistraturas podían ejercerse en circunstancias de normalidad o en circunstancias de anormalidad; en el primer caso su existencia no está condicionada por ningún acontecimiento especial, mientras que en el segundo son una respuesta a un determinado problema que debe resolverse sin dilaciones, problema que constituye una excepción (como por ejemplo una guerra). En ambos casos, las magistraturas tenían una duración ya especificada, un tiempo de validez, de igual forma a un cargo público de la actualidad.
Como queda dicho, la magistratura fue una institución romana que da cuenta del refinamiento político de dicha civilización, circunstancia que nuestras sociedades heredaron en muchos sentidos. En efecto, muchas de las características de una magistratura de antaño permanecen vigentes en un cargo público de la actualidad, como por ejemplo la temporalidad y la limitación de la autoridad.