Denominamos o llamamos maestro a toda persona que enseña, dedica su profesión a la docencia o brinda enseñanza a través de su ejemplo de alguna forma determinada. Muchas veces asociamos la palabra “maestro” a los docentes que nos preparan en la educación a través de nuestra infancia y adolescencia, en promedio desde los 3 hasta los 16 o 17 años de edad. Luego, llamamos profesores a quienes enseñan en universidades o instituciones de nivel superior.
Sin embargo, más allá de las jerarquías o etiquetas que socialmente hemos convenido en usar para denominar de una manera u otra a las personas que nos enseñan en la educación formal a través de nuestra vida y de todos los niveles educativos que realicemos a lo largo de ella, el concepto de maestro se aplica a todos ellos. Incluso se extiende a aquellas disciplinas que hemos aprendido por fuera de la educación formal, básica u obligatoria. Por ejemplo, si hemos aprendido artes, pintura, música, a tocar algún instrumento, teatro, algún deporte, artes manuales en general, todas esas personas han sido nuestros maestros, aunque en la práctica le hayamos dicho, por ejemplo, “profe” o “entrenador”.
Los maestros no sólo han estudiado para enseñar acerca de una disciplina específica, especializándose en ella, si no que también poseen estudios en cuestiones pedagógicas y didácticas que les permite enseñar y abordar de manera profesional el proceso de aprendizaje. De ellos dependerá que los alumnos puedan aprehender los conceptos y las enseñanzas de manera óptima y puedan de esa manera avanzar correctamente en la educación. En el caso de aquellas personas que enseñan por fuera de la educación formal (como una maestra de piano o de pintura) en la mayoría sólo basta con tener la habilidad en lo que enseñan y una cierta capacidad para transmitir los conocimientos y en el trato con las demás personas. Esto se valora mucho sobre todo en aquellos casos que la enseñanza debe efectuarse ante niños de corta edad.
Pero debemos mencionar también que, en muchísimas ocasiones, las personas, sobre todo cuando ya han alcanzado su edad madura, y están insertas en el espacio laboral, si se les pregunta a quiénes consideran “maestros” puedan responder que alguno de sus padres lo fue, algún empleador o incluso otras personas que han conocido y que, de alguna manera, mediante el ejemplo le han transmitido valores o enseñanzas que van mucho más allá del conocimiento aprehendido en la educación formal o en otras disciplinas.