Se entiende por literatura fantástica a la narrativa donde un elemento sobrenatural (apariciones fantasmales, seres monstruosos, juegos con el tiempo, etc.) irrumpe en la realidad. No obstante, la palabra fantástico ha tenido diferentes acepciones con el paso de los siglos; de este modo, para la antigua Grecia, phantastikos denominaba la facultad de crear imágenes; en latín, la palabra phantasticus se utilizó para referirse a aquello que es imaginario o irreal; por su parte, la Real Academia Española lo delimitó a lo imaginario o carente de realidad.
Para que esto sea posible, el espacio (entorno) donde se desarrollan las acciones del relato debe estar configurado o construido a partir de las leyes del mundo en el que vivimos; de esta forma, el acontecimiento sobrenatural será rechazado pues no corresponde con las leyes del mundo donde se aparece. A pesar de que a lo largo de la historia innumerables géneros han hecho uso de elementos sobrenaturales, como la literatura griega y latina, por ejemplo, los estudiosos coinciden en que la literatura fantástica surgió en el siglo XIX.
Diferencia entre la literatura fantástica y de fantasía
La literatura fantástica no debe confundirse con lo que podríamos llamar “literatura de fantasía”, es decir, obras generalmente escritas para un público juvenil donde abundan seres como hadas, magos, duendes, etc. La saga Harry Potter es un ejemplo de literatura de fantasía. Mientras que la literatura fantástica representa, a través de hechos insólitos, preocupaciones o situaciones sociales que amenazan a los individuos, la fantasía carece de este interés social.
Existe una tradición muy rica de textos fantásticos en Europa. Para Tzvetan Todorov El manuscrito encontrado en Zaragoza de Jan Potocki es uno de las primeras novelas fantásticas y una de las más importantes para el género. Del mismo modo, escritores como Charles Nodier, Guy de Maupassant, Jacques Cazzote y E.T.A. Hoffmann son definitivos para este género.
Ejemplos de autores y obras hispanoamericanos
Hispanoamérica cuenta con una gran tradición de escritores de literatura fantástica que, en muchos de los casos, exponen las características particulares del continente. Uno de los autores más importante de lo fantástico fue el argentino Jorge Luis Borges. Poseedor de una vasta cultura, Borges es fundamental para entender la literatura fantástica en nuestro continente. Relatos como “Las ruinas circulares”, “Tlön, Uqbar, Orbis, Tertius”, “La biblioteca de babel” y, principalmente “El aleph” son ejemplos de cuentos donde lo sobrenatural es utilizado para explorar temáticas como la naturaleza del tiempo, lo divino, la inmortalidad, la circularidad, etc. El universo de Borges, difícil y caótico al inicio, permite reflexionar sobre aquellas inquietudes que trascienden a todos los individuos.
También de nacionalidad argentina, Julio Cortázar, el cronopio mayor, es otro referente de la literatura fantástica en nuestro continente. Con un estilo particular que explora con el lenguaje y roza lo poético, sus cuentos construyen mundos donde lo sobrenatural es traspasado y llevado al extremo. Un ejemplo de esto es el relato “Carta a una señorita en París” donde el personaje principal vomita, periódicamente, un conejo blanco. Asimismo, cuentos como “El axolotl” y “La noche bocarriba” exploran la relación con el otro y ahondan en elementos del pasado prehispánico.
En México también ha habido grandes escritores de literatura fantástica. Francisco Tario dio vida a objetos como féretros, trajes y muñecos con el fin de ahondar en preocupaciones tan profundas como el sentido de la vida misma. Tario es autor de uno de los mejores cuentos de literatura fantástica mexicana: “Entre tus dedos helados”. En este cuento, donde el sueño y la realidad se confunden, se abordan con un tono suave y delicado problemáticas de tremendo impacto social. Sus cuentos, que en muchos casos trascienden lo fantástico, son expresiones de inquietudes existenciales.
Amparo Dávila es una de las maestras del género fantástico. Con una visión adelantada a su época, reprodujo en sus cuentos los peligros a los que se enfrentan las mujeres en una sociedad que se les presenta amenazadora. Por ejemplo, el cuento “El último verano” habla sobre una mujer que queda embarazada en una época de su vida en que no lo desea. Después de abortar, se prende fuego a ella misma como forma de aliviar la tortura que le producen los “gusanaos” resultantes del producto enterrado en el patio de su casa. Del mismo modo, el relato “El huésped” nos presenta a una mujer que debe aceptar y sufrir la presencia de un ser terrible que su esposo ha llevado a su casa.
La obra de escritores como Carlos Fuentes y José Emilio Pacheco, a pesar de no ser exclusivamente fantástica, gira en torno a este género. Fuentes publicó Los días enmascarados, un libro de cuentos donde destacan relatos como “Chac-mool” y “Tlactocatzine del jardín de Flandes”. Por su parte, Pacheco es autor del libro “El principio del placer” que también cuenta con relatos de tintes fantásticos como “Tenga para que se entretenga” y “La fiesta brava”. Ambos escritores exploraron en el pasado mexicano para construir relatos donde lo fantástico se utiliza para ahondar en la identidad mexicana.
En la actualidad, el terreno de lo fantástico, y de géneros que se le aproximan como el horror y el relato gótico, tiene una fuerte presencia femenina. Destacan las escritoras argentinas Mariana Enríquez con su libro de cuentos Las cosas que perdimos en el fuego y Samanta Schweblin con su novela Distancia de rescate, así como la ecuatoriana Mónica Ojeda con obras como Mandíbula y Las voladoras.