La palabra, del latín latifundium, refiriéndose a una amplia porción de tierra, comprende la explotación agraria de grandes dimensiones, cuya propiedad suele ser de una o pocas personas. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que no existe una medida universal para considerar a una porción de suelo como latifundio, ya que ello varía según la región que se tenga en cuenta.
Este tipo de explotación se caracteriza por no utilizar los recursos de manera eficiente, ya que se utilizan a las tierras de forma improductiva, hay un bajo nivel de capitalización y se emplea mano de obra en condiciones de precariedad. Por esas razones, diversos autores consideran que los latifundios pueden ser causantes del subdesarrollo de un país.
Historia
El origen de los latifundios normalmente se encuentra en relación con conquistas militares que implican la incorporación de nuevas tierras. Asimismo, también pueden surgir a partir de cambios socioeconómicos como ocurrió con la feudalización de Europa entre los siglos XIV y XVIII
Los primeros latifundios surgieron en el período de la Antigüedad clásica. De hecho, fue durante la República romana que un pequeño grupo de personas acumuló la mayoría de las tierras con el fin de producir trigo para el comercio con otras regiones. Así, la pequeña propiedad fue absorbida por los latifundios. Generalmente, las tierras eran trabajadas con mano de obra esclava, aunque también se empleaba a campesinos
Posteriormente, en el período de la Edad Media, se vivió una etapa de descentralización política relacionada con la acumulación de tierras por parte de los señores feudales. Los mismos poseían grandes porciones de tierra y quienes allí habitaban debían brindar al señor un tributo en especie.
Para la Edad Moderna, el latifundismo se expandió por América ya que las tierras conquistadas fueron repartidas entre los colonizadores. Incluso muchas veces las tierras también incluían a los habitantes originarios que allí vivían, los cuales eran utilizados como mano de obra. Este tipo de explotación se conformó como la base de la economía colonial y se fue extendiendo por los años. De hecho, en varios países latinoamericanos aún constituye una de las formas principales de explotación agraria, mientras que en otros desde el auge de los movimientos campesinos de los años 70 se han tomado medidas para terminar con el latifundismo, como reformas agrarias o la implantación de la agricultura de mercado.
Características
En primer lugar, el criterio de medición asociado a la identificación de un latifundio varía de acuedo a la región: en Europa, unos cientos de hectáreas ya conforman un latifundio mientras que en Latinoamérica se deben poseer al menos 10.000 hectáreas para ser considerado latifundista. Asimismo, las tierras que conforman un latifundio suelen encontrarse en los valles y las llanuras ya que en una zona montañosa es más difícil concentrar gran cantidad de tierras debido a las condiciones propias del relieve.
Otra característica, consiste en que el poseedor de las tierras, es decir, el latifundista, no suele trabajar las mismas, sino que lo hacen los campesinos, que normalmente se desempeñan en condiciones de precarización laboral. Asimismo, un latifundio se caracteriza por una productividad dispersa y por la baja inversión en tecnología. De esta forma, este tipo de explotación agrícola tiene un rendimiento productivo inferior al que permite el suelo.
Por otro lado, los latifundios responden a la acumulación de tierras como símbolo de riqueza. Generalmente, se trata de tierras heredadas, ya que es difícil acumular tal cantidad de tierras en poco tiempo, por lo tanto, se suele tratar de familias de latifundistas.
Debido a las razones mencionadas, los latifundios tienen una gran incidencia en el aumento de los niveles de pobreza y desigualdad, ya que emplean mano de obra en condiciones de precariedad y acumulan una gran cantidad de tierras de forma improductiva. Por tales motivos, diversos autores lo suelen considerar como la causa del subdesarrollo en Latinoamérica.
Bibliografía de referencia:
Boserup, E. (1967) “Las condiciones del desarrollo en la agricultura” , Madrid: Ed. Tecnos