El krausismo es un movimiento cultural que se desarrolló inicialmente en España y cuya principal idea es la regeneración de los ideales políticos y los valores humanos de la sociedad.
Hacia 1860 algunos intelectuales españoles empezaron a conocer la obra de una corriente de pensamiento alemán que se basaba en la filosofía de Inmanuel Kant. Esta filosofía propugnaba un nuevo humanismo, sin dogmatismos y con un espíritu panteísta. Uno de sus representantes fue Karl Christian Friedrich Krause, cuyas obras fueron traducidas al español por un jurista, Julián Sanz del Río. A partir de este momento, el pensamiento de Krause se introdujo en los ambientes universitarios de Madrid y rápidamente se expandió lo que se ha acuñado como krausismo. Francisco Giner de los Ríos asumió igualmente los postulados de Krause y la entidad que lideraba (la Institución Libre de Enseñanza) se convirtió en la abanderada del movimiento krausista.
El krausismo español propugnaba la renovación del pensamiento. Ensalzaba el humanismo y una actitud tolerante en el terreno ideológico en conexión con el pensamiento liberal. El laicismo era otro de sus rasgos esenciales y había igualmente un anhelo de renovación en la educación, por lo que se proponía un sistema formativo más abierto (se daba importancia a la experimentación, a las excursiones y a una enseñanza desligada del espíritu religioso de la época). Hay una reivindicación del papel del individuo, quien debe actuar con el propósito de mejorar la sociedad en la que vive.
El ideario krausista tuvo fieles seguidores en el mundo académico, aunque también recibió duras críticas por parte del sector más conservador de la sociedad. Era acusado de despreciar la tradición nacional, de ir contra Dios y de inspirar ideas socialistas. Como algunos de sus miembros eran masones, esta circunstancia también recibió duras críticas por parte de los partidarios del clero y de los intelectuales más tradicionales.
Al estallar la guerra civil en 1936, la mayoría de representantes del krausismo tuvieron que exiliarse por razones políticas. Emigraron a varios países de Latinoamérica, donde sus ideales fueron bien acogidos. De hecho, ya anteriormente algunos intelectuales del continente americano habían conectado con los planteamientos krausistas (un buen ejemplo es el de José Martí, uno de los líderes de la independencia cubana).
El krausismo tenía conexiones con el liberalismo,con la masonería y el humanismo filosófico de inspiración alemana, pero sobre todo tenía la pretensión de modernizar las instituciones españolas, dar un nuevo impulso intelectual a un país que estaba anclado en el pasado.