Pocas personas despiertan en la República Argentina tanta repugnancia y rechazo como él, siendo unánime el consenso respecto que se trató de uno de los personajes más nefastos que ocupó la presidencia de la Nación.
Gobernó de facto la Argentina entre 1976 y 1981 en el marco de un plan que la junta militar que integró denominó Proceso de Reorganización Militar y que ante la falta de consenso y sometimiento a sus reglas utilizó la violencia estatal en su expresión más cruel y aberrante para someter a los que se les opusieron
Se lo ha considerado siempre el líder de la dictadura y del ejército por aquel tiempo, junto a Emilio Massera (Armada) y Orlando Agosti (Fuerza Aérea), con quienes compartió decisiones y cometió delitos de lesa humanidad gravísimos como ser la aplicación de un plan sistemático de desaparición de opositores.
Se los detenía de manera ilegal, muchos de ellos eran estudiantes que militaban en contra de la dictadura, se los torturó en centros de detención clandestina y a la mayoría se los hizo “desaparecer”, es decir, se los asesinó y se deshicieron de sus cuerpos para que jamás sean recuperados, a pesar de los esfuerzos que hicieron las investigaciones posteriores a la dictadura
Por otra parte, se apropiaron y dieron en adopción a niños que nacieron en cautiverio, este fue otro de los aberrantes delitos de lesa humanidad por el que fue acusado y juzgado tras la restauración de la democracia.
Nació en 1925, en la localidad bonaerense de Mercedes, y desarrolló una larga carrera en el ejército que superó todos los grados hasta llegar al de Comandante en jefe del Ejército cuando la presidenta Isabel Perón lo designó como tal en 1975.
Un año después, en 1976, encabezó el golpe de estado que depuso a la presidenta Perón de su cargo.
A mediados de la década del ochenta fue juzgado en el marco de un mega juicio contra los dirigentes de la Junta Militar y fue sentenciado a prisión perpetua por ser encontrado culpable de la comisión de crímenes de lesa humanidad
En 1990, movido por el temor a una rebelión militar y con una presunta misión de pacificar y amigar a la nación, Menem, lo indultó.
Hacia finales de la década del noventa un nuevo fallo judicial lo devolvió a la prisión donde permaneció detenido hasta su fallecimiento, en 2013, a los 87 años.
Quienes pudieron entrevistarlo en la cárcel comentaron con sorpresa que jamás se asumió como un asesino sino que defendió la muerte y las torturas a razón de desarticular la subversión y la violencia, y por considerar que esas personas eran irrecuperables y un obstáculo para el desarrollo y la paz del país
Respecto de su muerte se suscitaron posteriormente algunas polémicas al trascender información que sugirió que el ex dictador no fue adecuadamente atendido de las consecuencias de una caída que sufrió en el penal y que habrían sido ellas las que anticiparon su muerte.