La misión fundamental de aquel que ocupa un cargo diplomático es mejorar o restablecer las relaciones entre estados, cuando no se encuentran en armonía, sin el uso de fuerza o violencia, y mantenerlas cuando las hay, procurando acciones que contribuyan en su fortalecimiento.
A este diplomático peruano de larguísima trayectoria en su país y en el mundo le tocó lidiar con los peores y más adversos escenarios y lo hizo siempre logrando resultados positivos que lo erigieron en un emblema de la diplomacia durante el siglo XX
Intervino y finalizó la guerra entre Irán e Irak, al conflicto en el Golfo Pérsico destinó toda su habilidad negociadora para frenarlo, logró que el Salvador selle la paz y cesen las hostilidades entre la guerrilla y el gobierno, y que el grupo terrorista islámico Hézbola liberase sanos y salvos a los rehenes que había secuestrado en Líbano, entre tantísimas victorias que se le adjudicaron.
Es oriundo de Perú donde nació en el año 1920.
Se graduó en abogacía y desarrolló la carrera diplomática de carrera en su patria, representándola ante diferentes naciones: Francia, Polonia, Reino Unido, Brasil, Bolivia, Unión Soviética, y Suiza, y entre 2000 y 2001 al frente de la cancillería peruana, durante un gobierno de transición que precisaba de su sapiencia internacional
Su conocimiento de leyes le permitió ejercer una notable injerencia en materia de asesoramiento jurídico en los diversos puestos que ocupó a lo largo de su extensa trayectoria diplomática.
En 1979 llegó su gran reconocimiento internacional al ser designado como Secretario General Adjunto de Naciones Unidas (ONU), en Asuntos Políticos.
En 1982 asumió como titular de la Secretaria General de la ONU, siendo reelegido para otro período consecutivo en 1986, el máximo de reelección que permite el cargo
Fue el único latinoamericano que desempeñó dicho puesto en la historia de la ONU.
El 19 de enero de 2018, día en que cumplió 98 años, recibió un gran homenaje de la ONU y de la diplomacia mundial, que lo sigue recordando como uno de los grandes embajadores de la historia.
Por otra parte, su vitrina alberga una enorme cantidad de distinciones en homenaje y reconocimiento a su incansable y constante vocación por la paz, el diálogo, y la amistad entre naciones, destacándose entre ellos el Príncipe de Asturias, que entrega la corona española a aquellos que destacan por la cooperación Iberoamericana, y varios doctorados Honoris Causa entregados por diversas casas de estudios.