Biografía de Jacinda Ardern

Nació en la ciudad de Hamilton, ubicada en la isla norte.

Terminó sus estudios secundarios en el Morrinsville College.

Se graduó en la Universidad de Waikato.

Trabajó como investigadora en el equipo de la ex primera ministra Helen Clark (1999-2008), y luego como asesora del primer ministro británico Tony Blair.

Fue elegida parlamentaria, en las elecciones generales de este año, y como presidenta de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas, que fue fundada en 1946, y que agrupa a las organizaciones juveniles de los partidos con inclinación laborista y socialdemócratas.

Votó a favor del proyecto de ley de matrimonio igualitario, entre personas del mismo sexo, y también apoyó la despenalización del aborto.

Fue electa primera ministra de Nueva Zelanda tras una alianza de su agrupación política con los partidos: Verde y Nueva Zelanda primero.

Asumió como jefa del Partido Laborista, en un marco de fervor por su frescura política y por sus estridentes promesas de cambio y reformas estructurales. Incluso, le impusieron una inesperada derrota al Partido Nacional tras una alianza con otros dos partidos.

Conmovió al mundo, cuando tras dar a luz a su hijo, trascendió su cotidianidad como madre, y cómo la emparejaba con su trascendental rol político en la jefatura del país.

Está en pareja con el presentador de televisión Clarke Gayford, con quien tuvo a su hijo.

Se produjeron los atentados de Christchurch, contra las mezquitas establecidas en dicha ciudad, durante el momento de oración del viernes, y que dejaron como tremendo saldo: 51 muertos y casi 50 heridos.

Un supremacista blanco, de 28 años, ingresó al recinto y desplegó un intenso tiroteo contra los presentes.

El homicida fue detenido y condenado a cadena perpetua sin posibilidad de obtener el beneficio de libertad condicional.

Ganó la elección nacional con más del 50 % de los votos.

Su exitoso manejo de la pandemia de Coronavirus le granjeó, tremenda fama internacional, y el apoyo de sus compatriotas que, prácticamente no sufrieron alteraciones en sus vidas cotidianas porque no se los sometió, como en otros países, a aislamientos larguísimos e inconducentes a ninguna mejoría. Sí decretó algunos períodos cortos de cuarentena, pero especialmente se enfocó en el control fronterizo para evitar que el virus ingrese por las fronteras. Su país, incluso, fue de los últimos en levantar las restricciones al ingreso de extranjeros.

Este estado de cosas rebotó en las elecciones de este año y su partido logró la mayoría en el parlamento, siendo la primera vez en 27 años que una agrupación política lo lograba luego del cambio en el sistema electoral que se introdujo en el año 1993.

Enfrentó problemas de gestión, entre los que se contaron: los altísimos costos de acceso a la vivienda, la creciente inflación que disparó los precios de los alquileres, los combustibles y los alimentos, elevado índice de pobreza infantil y el desencadenamiento de graves enfermedades, en esta franja etaria, emisión de sustancias contaminantes, y la violencia por parte de pandillas, especialmente en las tradicionales tranquilas áreas suburbanas, que la han hecho descender estrepitosamente en las encuestas de cara a las elecciones 2023 y en el favor del pueblo.

Una veintena de tiroteos entre pandillas terminó con la característica calma del país, que ahora hace que sus habitantes se sientan presos del miedo.

Una de las imágenes menos pensadas para los ciudadanos fue ver a la policía neozelandesa portando rifles para defender a las ciudades y barrios de los ataques.

Surgieron inquietudes respecto de su real capacidad para afrontar el proceso de transformación que prometió para resolver la problemática estructural que afecta a su patria desde hace décadas.

Ella se defiende argumentando que el problema inflacionario se debe a una fuerte presión global desatada, entre otras cuestiones, por la invasión rusa a Ucrania, que directamente rompió la cadena de suministros.

En tanto, los neozelandeses, se sintieron defraudados porque su primera acción ante la problemática de la escalada de precios fue anunciar subsidios por 220 dólares, a aquellos hogares de ingresos medios a bajos, en lugar de desarrollar un programa coyuntural.

Sin embargo, este panorama local no se reflejó, ni impactó en el plano internacional, donde mantuvo intacta su altísima valoración y reconocimiento, conservando el mote de referente del progresismo institucional.