Una de las formas más crueles y duras de cometer un crimen es aquella que tiene que ver con la agresión o el ejercicio de violencia sobre los más indefensos. En este sentido, el infanticidio se aparece a los ojos de la mayor parte de las sociedades como uno de los delitos más aberrantes ya que implica la muerte planeada y deseada de un infante, es decir, de un niño o niña que es menor de edad y que por lo tanto no se puede defender por sí mismo.
Definición de un crimen cruel y aberrante
El infanticidio es una forma de cometer un delito en la cual un adulto asesina o quita la vida a un menor de edad. Entendido así, es claro que este tipo de delito se separa de cualquier otro homicidio que se pueda cometer porque implica darle muerte a un ser que no se puede defender, que no entiende consciente o racionalmente aquello que sucede o que incluso puede verse engañado por las mentiras o promesas de un adulto.
¿Existió siempre la noción de infanticidio?
Muy a pesar de lo que consideramos civilizado, la realidad y la historia nos muestran que las diferentes sociedades del mundo no siempre han tenido una conciencia similar sobre el concepto de infanticidio y por lo tanto elementos tales como los castigos, las penas o el modo en el que se entiende el crimen son distintas.
En muchos casos, las sociedades de la Antigüedad han practicado rituales y sacrificios con bebés o niños como ofrendas a dioses que supuestamente pedían sangre joven. Estas prácticas (incluso se han registrado pruebas de canibalismo en sociedades tribales) eran comunes y no implicaban un delito sino que significaban un acto común dentro de las prácticas sociales de esa comunidad.
¿En qué entornos se puede dar un infanticidio?
Lamentablemente, no hay límites para pensar la posibilidad de que exista un infanticidio. Esto quiere decir que este tipo de crimen no depende de la clase social, el nivel de educación u otros elementos, sino que puede darse en situaciones variables. Es normal encontrar casos de infanticidios alrededor de otros crímenes tales como la pedofilia, la prostitución infantil, el abuso de menores, las violaciones intrafamiliares, la violencia doméstica, etc. Todos estos casos representan situaciones mucho más regulares de lo que uno podría suponer y muchas veces incluso pasan desapercibidas o quedan sin resolver debido a que son los mismos familiares los responsables de la violencia ejercida sobre el niño o la niña.