Se dice que algo es indubitable cuando es imposible dudar de ello. La duda forma parte del proceso de conocimiento. Podemos estar seguros de algo y decimos que es verdadero. También es posible estar seguro de la falsedad de ciertas afirmaciones. Además de lo verdadero y lo falso, existe la duda. De hecho, tiene sentido dudar de la verdad o de la falsedad. Esto quiere decir que necesitamos algún criterio que nos permita discernir entre aquello que consideramos verdadero y lo contrario.
Se podría hablar de la duda como problema filosófico. De alguna manera podríamos dudar de todo. Esto es lo que hizo Descartes en el siglo XVll. Se dio cuenta de que tenía sentido someter todo a la duda. Incluso lo que parecía evidente resultaba discutible (en los sueños pensamos cosas que parecen verdad). Descartes buscaba algo de lo cual no fuera posible dudar. Y finalmente tuvo una idea, el célebre pienso, luego existo. Se trataba de una afirmación que consideraba indubitable, pues soñando o en cualquier circunstancia resultaba aceptable. Este tipo de reflexión resultó muy útil para consolidar el pensamiento científico. A partir de entonces, la ciencia cambió de dirección y se adentró en un conocimiento en el que las afirmaciones tenían que ser precisas, objetivas y claras, es decir, indubitables.
Algo nos parece indubitable cuando estamos convencidos de su validez. Y este convencimiento tiene que basarse en algo: pruebas, datos o cualquier tipo de información que garantice nuestra convicción.
Buscamos lo indubitable porque la incertidumbre crea inseguridad. Sin embargo, esta búsqueda puede resultar una ilusión, porque no hay ningún conocimiento absolutamente cierto e indiscutible, siempre cabe la posibilidad de encontrar una excepción. Otra consideración en contra de la idea de una certeza indubitable es lo que evidencia la historia: algo que era verdadero se ha convertido en falso o a la inversa. Esta realidad cambiante sobre la certeza de nuestras convicciones, hace que la idea de lo indubitable sea bastante discutible. Necesitamos estar seguros, tener certezas y las tenemos en un nivel bastante elevado, pero no de manera absoluta. Si digo, por ejemplo, el sol saldrá mañana, seguramente no me equivocaré, pero la afirmación tiene pleno sentido, porque nadie me puede garantizar lo contrario.
El conocimiento en general es una búsqueda permanente, como un camino enfocado hacia lo indubitable. Para algunos, ese camino se encuentra en Dios y para otros lo indubitable sería una quimera inalcanzable.