Se denomina indisciplina a la actitud en lo que respecta a los deberes personales que refleja poco orden, determinación y proyección de metas. Esta está presente en toda empresa que se desee llevar a cabo y es la responsable en buena medida de un enorme número de fracasos personales. Cuando la indisciplina se torna excesiva puede incluso hablarse de una alteración patológica que impide a la persona desenvolverse adecuadamente en sociedad. En efecto, por el mero hecho de existir en un ámbito social, el hombre consume constantemente recursos y esta circunstancia lo lleva a producirlos a efectos de intercambiarlos con los demás. Cuando por algún motivo psíquico este tipo de interacción se ve afectada negativamente, puede decirse que la persona se ve coartada en lo que respecta a su desarrollo y plena integración.
La indisciplina es un vicio difícil de vencer cuando se presenta desde la infancia. En efecto, para el niño es difícil entender que una llamada de atención al respecto está orientada a defender su propio interés y carece en absoluto de una visión peyorativa hacia su persona. Es por ello que los educadores deben en este sentido ser en extremo pacientes y orientar a los educandos con mano de terciopelo. En este sentido, es importante que la persona afectada comprenda que es necesario trazarse metas y destinar una parte del tiempo importante del tiempo disponible a cumplirlas, no solo por los beneficios exteriores que pueden sucederse, sino también por la cuota de autoestima que de esta actitud se desprende: todo ámbito en el que se desea avanzar, ya sea de modo reconocido o no, requiere que se dispongan recursos y se ordenen a este fin, destinando por sobre todas las cosas una cuota de tiempo en el que se pueda trabajar libremente.
La indisciplina puede estar motivada en muchas ocasiones por una falta de objetivos o de motivación para lograrlos. Es en este sentido que debe entenderse el fracaso en edades tempranas de la vida y en donde estriba la mayor dificultad para mostrárselo a un pequeño. El establecimiento de metas propias, más allá de las que la sociedad nos impone a nosotros es fundamental para la correcta disposición de todos los recursos de los que se dispone a efectos de alcanzar metas. Este tipo de circunstancia difícilmente puede suplirse con la imposición de premios y castigos externos que poco pueden relacionarse con los intereses y las inclinaciones de la persona considerada.