Importunar significa molestar a otra persona. Se trata de una acción que produce incomodidad y rechazo en la persona afectada.
Al importunar a alguien estamos alterándole de alguna manera. Puede ser de una manera leve o moderada (por ejemplo, cuando una persona está concentrada leyendo y otra le hace una pregunta concreta) o de forma constante (si se produce una interrupción tras otra y no es posible actuar tranquilamente). Importunar siempre implica un grado más o menos intenso.
Además del malestar que se genera, es una acción considerada de mala educación e incluso una grosería. Supongamos que dos personas están hablando tranquilamente y una tercera interrumpe sin pedir permiso y les pide información sobre algo. En este caso, no estamos ante una situación grave pero sí es claramente incorrecta.
Hay maneras muy distintas de importunar: haciendo ruido cuando otra persona está en silencio y concentrada, cuando se insiste de manera persistente en un asunto o al atosigar a alguien con preguntas.
No siempre es una acción deliberada sino que puede realizarse de manera inconsciente y sin ninguna mala intención.
Los niños importunan
Los niños pequeños están en una etapa de formación permanente y su proceso de socialización es lento y complejo. Cuando empiezan a hablar despiertan simpatía a su alrededor. Sin embargo, necesitan ser corregidos con cierta frecuencia para que sepan cómo debe ser un comportamiento correcto.
Además del proceso de adaptación a la sociedad y de aprendizaje, los niños tienen una gran vitalidad y son inquietos por naturaleza. Estas circunstancias hacen que en ocasiones puedan molestar a sus padres o a las personas de su entorno. Su actitud puede resultar graciosa, ya que actúan con total inocencia. A pesar de ello, se recomienda que poco a poco se vaya corrigiendo esta tendencia.
Hay situaciones típicas en las que los niños resultan molestos, porque alteran el orden o la tranquilidad de un lugar. Es lo que sucede cuando un niño protesta a gritos en un avión, en un restaurante o viendo una película. Algunos padres no son partidarios de corregir estas conductas, porque consideran que su hijo o hija debe expresarse con naturalidad. Este planteamiento es claramente discutible e incluso es considerado como un signo de mala educación por parte de los padres que consienten que sus hijos molesten a los demás.