Biografía de Ignacio de Loyola

Nació en el barrio de Loyola, de ahí su identificación en el nombre, una localidad guipuzcoana llamada Azpeitia, perteneciente al País Vasco (España), que en aquellos tiempos integraba la Corona de Castilla.

Su nombre original era Iñigo López de Loyola, más tarde lo cambió por Ignacio.

Perteneció a una familia de raigambre noble y muy numerosa, compuesta por 13 hermanos.

Emprendió un viaje hacia Arévalo para formarse como militar en la corona de Castilla.

También demostró un profundo interés por la lectura y la escritura, que compaginó con su habilidad como guerrero.

Integró las milicias de Castilla y participó en varias contiendas bélicas, tales como el asedio de Pamplona.

En dicho enfrentamiento fue herido gravemente en sus piernas y mientras estuvo postrado se volcó hacia la religión.

Las lecturas religiosas lo llevaron a repensar su vida y a darse cuenta que necesitaba otro destino, lejos de las guerras y cerca de la religión.

Peregrinó a Jerusalén e hizo votos de pobreza como parte de ese proceso de transformación espiritual que vivió. La travesía estuvo acompañada de infinidad de pruebas y experiencias que lo marcaron para siempre: vivió algún tiempo con los monjes benedictinos, le obsequió su vestimenta militar a la virgen, vivió en cuevas y realizó varios ayunos.

Llegó a Tierra Santa.

Una vez de vuelta de su retiro a Jerusalén, comenzó a estudiar latín y filosofía, asistió a la universidad, y comenzó una tarea evangelizadora a partir del libro de su autoría.

Estudió teología y literatura en la Universidad Sorbona, de París.

Se formó la Compañía de Jesús. Juró en Montmartre servir al señor junto a los cofundadores: Francisco Javier, Alfonso Salmerón, Nicolás de Bobadilla, Diego Laínez, Pedro Fabro, Simao Rodrígues, Claudio Jayo, Pascasio Broet y Juan Coduri, dejando a un lado el resto de las cosas del mundo.

El Papa Paulo III, bendijo, y le permitió a Loyola y a su grupo, conformar formalmente la orden de la Compañía de Jesús.

La particularidad de los Jesuitas es que a los tres votos tradicionales que todas las órdenes religiosas se comprometen a respetar: pobreza, castidad y obediencia, ellos le sumaron un cuarto: la obediencia al Papa.

Esta regla significaba para ellos que debían aceptar cualquier misión que el papa les encargase. Esto además implicaba el compromiso absoluto con la Iglesia.

Fue elegido entre sus pares como el Superior General de la Orden y entre sus primeras directivas al frente de la misma decidió enviar misiones evangelizadoras por toda Europa. El resultado fue muy positivo ya que se fundaron una importante cantidad de centros educativos de la orden en los cuales se formarían los miembros y la sociedad en general.

Cabe destacarse, que tanto la compañía, como su fundador, han tenido una especial predilección por la difusión de la educación y el conocimiento.

Por otro lado, desplegaron un rol fundamental en la Reforma Católica o Contrarreforma, que fue el proceso que dio respuesta y oposición a la Reforma Protestante impulsada por Martín Lutero que claramente había provocado un sisma dentro de la Iglesia, y consiguió debilitar sus cimientos.

El fin propuesto fue claro: combatir el avance de las doctrinas protestantes y renovar profundamente a la iglesia, que eran las grandes demandas de la gente en aquella época.

Editó el libro Ejercicios Espirituales que estuvo inspirado y basado en su experiencia transformadora de peregrinación a tierra santa. Dichos ejercicios son el eje de donde se sustenta la espiritualidad de los jesuitas.

Son recopilaciones de oraciones, meditaciones y otras prácticas de tipo contemplativas, a las que San Ignacio les dio un destino de uso tipo manual, en especial para aquellos que ejercían como maestros espirituales, acompañando a las personas en sus reflexiones y oraciones.

Planteó a los Ejercicios… como “una rutina de estiramiento espiritual”, tan relevante como aquella que llevan a cabo los deportistas luego de su entrenamiento físico, y que es tan necesaria para recuperar a los músculos de la fatiga.

Los ejercicios fueron cuestionados y sometidos a juicio por la Inquisición. También su creador estuvo en el ojo de la tormenta, sin embargo, logró sortear los castigos típicos de este proceso.

Falleció en la ciudad italiana de Roma, a los 64 años. Lo sucedió en el cargo Diego Laínez.

Fue beatificado por la Iglesia, a instancias del Papa Paulo V.

Fue santificado por la Iglesia Católica bajo el mando del papa Gregorio XV.

Cada 31 de julio se celebra su festividad.