La palabra golpista deriva, como es lógico de golpe, pero no se aplica a cualquier tipo de acción en la que se golpee a alguien sino a una circunstancia muy particular: un golpe de estado.
El golpista es un individuo o un grupo que considera que una situación política determinada es insostenible y con el fin de imponer un nuevo orden social decide realizar un golpe de estado.
La visión del golpismo
Desde la óptica del golpismo cuando una nación está sumida en la anarquía, el terrorismo o en una situación de grave crisis social y económica, está legitimado perpetrar un golpe de estado para «salvar a la patria«. Para ello es necesario tomar por la fuerza algunos lugares estratégicos del estado, por ejemplo, el parlamento y la televisión pública. El estamento militar es el protagonista de una acción golpista. Su éxito o fracaso depende de varios factores: el despliegue militar que se realice, la respuesta popular y la reacción internacional. Detrás de un golpe de estado hay aspectos sociales complejos, especialmente una lucha por el poder de ciertos sectores de la sociedad.
La visión del estado
Si en una nación se realiza un golpe de estado, esta acción subversiva se considera una agresión ilegítima y, en consecuencia, debe ser reprimida. La represión del golpismo representa una grave situación para una nación e incluso puede desembocar en una guerra civil (como sucedió en el golpe de estado de 1936 en España).
El golpismo como fenómeno
Como norma general, el golpismo ha ido históricamente acompañado de un periodo de dictadura militar. En la historia del siglo XX la mayoría de gobiernos militares han sido impuestos por golpes de estado: en 1964 en Brasil, en Perú en 1968, en Bolivia en 1970, en Chile en 1973 o en Argentina en 1976. El binomio golpismo-dictadura es una constante en la historia de la humanidad.
En la mayoría de versiones y modalidades el golpismo ha demostrado que sus recetas no tienen demasiado recorrido. Como norma general después de una acción golpista viene un régimen de opresión con toda una serie de ingredientes: censura, control férreo del estado, falta de libertades y persecución a los disidentes. Así, la solución salvadora de los golpistas se convierte en una cárcel para una parte de la población.
Desde un punto de vista sociológico un golpe de estado supone una herida profunda en el seno de una sociedad. Prueba de ello, es el debate que todavía hay en Chile como consecuencia del golpe de Pinochet, las controversias en Argentina por los distintos regímenes militares o incluso las secuelas que ha dejado en la sociedad española el golpe militar de 1936.