La fuerza que cualquier cuerpo vivo puede aplicar sobre otro cuerpo (tanto animado como inanimado) es conocida como fuerza corporal. Tanto los seres humanos como los animales son los que pueden ejercer la fuerza corporal sobre otros cuerpos intencionadamente, aunque las plantas también pueden generar (a partir de esa fuerza) movimiento a su alrededor.
En el caso de los seres humanos, este mecanismo es útil y muy necesario para llevar a cabo gran parte de las actividades cotidianas.
Entendido como un bien positivo
Desde la Prehistoria, el ser humano y sus antepasados más directos han aprendido que el cuerpo que habitaron les daba la posibilidad de usar la fuerza para producir o generar ciertos resultados. Así, con una debida observación y ejercicio, los seres humanos más primitivos aprendieron a cazar o a protegerse del ataque de animales peligrosos, así como también del ataque de otros hombres. Con esa fuerza corporal positiva también aprendieron a llevar a cabo tareas productivas como sembrar y cosechar, construir edificaciones de enorme tamaño, etc.
La fuerza corporal entendida como un bien del ser humano es lo que nos ha diferenciado de los animales, ya que la misma se vuelve conciente y es utilizada para obtener resultados positivos, necesarios y útiles. Podemos levantar cosas o personas, realizar ejercicio, llevar nuestras posibilidades permanentemente al límite y superarnos.
La fuerza corporal como un elemento negativo o peligroso
Una de las formas en las que solemos entender casi instantáneamente a la fuerza es en relación a la idea de violencia. En este sentido, la fuerza que nuestro cuerpo puede generar es muchas veces utilizada para el mal, es decir, para dañar a otros o para generar dolor. La violencia implica en la mayoría de los casos (aunque no siempre) el uso de la fuerza corporal, de parte de alguien que es más poderoso o fuerte frente a quien se considera más débil.
La fuerza corporal como algo negativo es lo que ha llevado al ser humano a todo tipo de enfrentamientos, conflictos e incluso guerras, aunque hoy en día en las mismas ya no es necesaria la fuerza corporal en sí misma debido a la gran cantidad de tecnología. En tiempos pasados, la guerra era una clara demostración de fuerza corporal y suponía un nivel de violencia y muerte extremo, especialmente en la lucha cuerpo a cuerpo donde siempre ganaba el más fuerte o quien mejor sabía utilizar su fuerza corporal.