La palabra de esta entrada tiene curiosas variantes. Por una parte, desde un punto de vista estrictamente biológico se refiere a una terminación o apéndice que aparece en los organismos unicelulares y están formados por una proteína denominada flagelina, siendo su función principal la de activar el movimiento celular.
Otra acepción entiende flagelo como sinónimo de desastre, lacra o calamidad: enfermedades que devastan a la población o periodos de hambrunas.
En otro sentido, es un utensilio con forma alargada y con cuerdas en un extremo y que se emplea para pegar o castigar. Por esta razón, se acuñó el término de flagelantes para referirse a un movimiento religioso que se hizo muy popular en la Edad Media. Los flagelantes eran creyentes que consideraban que las epidemias eran un castigo que Dios imponía a los hombres por su mala conducta y su actitud viciosa. Para autocastigarse ante el enfado divino, los flagelantes paseaban por las calles dándose golpes en la espalda con un flagelo. De esta manera, expresaban su arrepentimiento y su culpabilidad. Esta práctica ya no es común en los movimientos religiosos, aunque hay casos de fanatismo en los que se continúa realizando, por ejemplo para reprimir los deseos sexuales.
La flagelación como acción de golpear tiene diversas opciones. Como un castigo o una tortura que se infringe a otra persona, como autocastigo y puede manifestarse como un ritual, es decir, una tradición especialmente cristiana y que se manifiesta en Semana Santa como un símbolo de arrepentimiento personal. Un aspecto muy concreto de la flagelación es el relacionado con el sexo. Hay personas que sienten placer sexual con el dolor, o bien provocándolo o bien padeciéndolo. Estas prácticas son las flagelaciones eróticas ( llamadas también disciplina inglesa ) y popularmente son conocidas como sadomasoquismo.
En su forma reflexiva ( flagelarse ) se emplea de manera figurada cuando hace mención a la autoinculpación excesiva de algunos individuos. El reproche exagerado hacia uno mismo es un claro ejemplo de esta conducta.
No es fácil encontrar una explicación racional a la flagelación en cualquiera de sus variantes. Probablemente obedezca al componente instintivo del hombre, la tendencia hacia la destrucción, lo que Freud denominaba como tánatos. Otra posibilidad explicativa puede ser el elemento morboso de la mente humana.