Aunque se suele creer que la Edad Media fue una de las épocas más oscurantistas respecto a los avances de la cultura occidental, debemos decir que esto no es así y que también a lo largo de estos diez siglos se han realizado numerosos aportes que han servido para definir el perfil europeo y de gran parte del planeta. En este sentido, la enorme presencia de la religión marcó a la época y la diferenció de las demás etapas por venir.
La filosofía medieval y su conexión con la religión ¿una mezcla posible?
Si uno desea tener una aproximación a la filosofía medieval y al campo de ideas que caracterizaron al medioevo es importante señalar que los diez siglos que corrieron desde el 476 al 1400 en Europa se centralizaron en una institución específica que supo ganar lugar incluso a los estados políticos que intentaron surgir luego de la caída del Imperio Romano. Esa institución fue la Iglesia y fue ella la responsable de llevar adelante todos los aportes culturales, al menos los oficiales y de los que han quedado registro.
En este sentido, los monasterios se convirtieron en los centros educativos por excelencia, aquellos donde se concentraba el saber de la época y donde además se reproducían los diferentes textos heredados de la tradición clásica. Entre estos últimos debemos mencionar a los de Aristóteles como una de las influencias más fuertes en la filosofía griega ya que, con su idea de sustancias, el filósofo griego se convirtió en un modo de justificar la existencia de Dios.
El realismo de San Agustín y Santo Tomás de Aquino
Una de las principales corrientes de la filosofía medieval fue la que se conoció como realismo y que tuvo en San Agustín y Santo Tomás de Aquino a sus principales referentes. Ellos, en otras palabras, tomaban la división de Aristóteles entre sustancias primeras y sustancias segundas. Así, mientras las sustancias primeras eran las que hacían referencia a lo que podemos captar a través de los sentidos, las sustancias segundas son aquellas que únicamente se conocen a través de la fe y que nos llevan directamente a Dios.
Para estos dos pensadores era central partir del conocimiento de Dios para luego, a través de su luz reflejada en todas las cosas, poder comprender todo lo que nos rodea.
El nominalismo de Guillermo de Occam
El filósofo que mencionamos fue de origen inglés y si bien reflexionó sobre la figura de Dios, escapó a la escolástica medieval de los pensadores antes explicados. Guillermo de Occam sostuvo la misma división planteada por Aristóteles pero la diferencia con Agustín y Tomás pasó por el hecho de que para él las sustancias segundas eran sólo reales en la medida en las que eran pensadas. El pensar en Dios es lo único que lo hace existir, por lo cual no es predado.