Se denomina felicidad a un estado de bienestar en grado sumo que el hombre añora. La felicidad no debe confundirse con cualquier circunstancia venturosa; en efecto, la felicidad en este mundo es un anhelo pero nunca una realidad. Las religiones más extendidas suelen precisar este momento luego de la muerte. Puede decirse que la felicidad es una búsqueda constante y que en ese sentido guía todas las acciones de todos los hombres. Desde esta perspectiva puede relacionársela con la ética, en la medida en que se hará en función de ésta un discernimiento en lo que respecta a acciones buenas y malas como aquellas que tiendan a la felicidad y aquellas que no.
Es propio de la experiencia humana comprobar que ninguna circunstancia que se atraviese puede considerarse definitiva en términos de felicidad. En efecto, siempre estará presente un cierto grado de insatisfacción en lo que respecta a las circunstancias vividas, insatisfacción que llevará a buscar nuevamente metas para alcanzar un estado que finalmente satisfaga los anhelos. Este tipo de circunstancia ha llevado a numerosos planteos filosóficos, éticos y religiosos, que intentan generar respuestas al respecto.
Un claro ejemplo de lo anterior puede encontrarse en el budismo. En esta corriente religiosa y filosófica de oriente, este anhelo del hombre de alguna manera se relaciona con el dolor. En efecto, la raíz última del sufrimiento se sustenta en la incapacidad para alcanzar este deseo. Es por ello que en esta corriente se buscará eliminarlo definitivamente y así eliminar el dolor. El Nirvana no es otra cosa que el estado en el cual se ha llegado a eliminar todo deseo y por ende todo dolor.
Por el contrario, para el cristianismo, este anhelo puede concretarse y la felicidad alcanzarse, pero nunca plenamente en este mundo. Esta consiste en la visión de Dios, en un estado de comunión perfecta con El. En efecto, este tipo de insatisfacción vivida constantemente está relacionada con el hecho de que solo un ser infinitamente perfecto puede saciar los anhelos del hombre.
Dadas las anteriores consideraciones, es normal que sea la ética la encargada de buscar aquellas acciones que se acerquen a este fin. Así, puede definirse a esta como las reflexiones o consideraciones en cuanto al accionar del hombre que lo orienten a la felicidad. En efecto, esta sería el fin último de la vida humana y la ética sería la reflexión sobre qué tipo de actos nos acercarían a ese fin.