Una falacia es una idea engañosa. aunque aparentemente no lo sea. Decir que una afirmación es una falacia implica que es incierta y, por lo tanto, es una mentira. Se utiliza para indicar que un razonamiento o argumento presenta algún aspecto inválido e incorrecto.
Una falacia pretende ser una afirmación cierta aunque en realidad no lo sea. En este sentido, alguien puede emplearla de manera deliberada con el propósito de manipular a los demás o por ignorancia.
Es un término muy común en el terreno de la filosofía y en ocasiones se utiliza como sinónimo de sofisma, que es una idea igualmente engañosa. Dentro de la filosofía como saber general, son muy comunes en la lógica formal, existiendo varias posibles falacias (la falacia de afirmar el consecuente en afirmaciones con un condicional o la que niega el antecedente). En ambos casos, en algún proceso del razonamiento hay un paso incorrectamente utilizado. Un ejemplo bastante común de este tipo de engaños del lenguaje se realiza cuando alguien hace una afirmación y pretende que sea cierta porque no es posible presentar pruebas en contra.
Si bien este tipo de ideas aparentemente válidas son estudiadas y analizadas desde la filosofía, se emplean en contextos muy diversos (en política, en el periodismo o en el derecho). En el caso de que se utilice una falacia con toda intención y a sabiendas de su falsedad, se trata de un claro ejemplo de manipulación.
La falacia naturalista
En el terreno de la ética existen también las falacias. Una de las más conocidas es la falacia naturalista. Consiste en hacer una valoración moral a partir de un hecho concreto. En filosofía se dice que implica confundir que algo es con lo que debe ser.
Para comprender este tipo de argumentación falsa, vale la pena ilustrarla con un ejemplo. Supongamos que alguien es muy inteligente y que a partir de este hecho real se afirma que debe ser una persona bondadosa. En este tipo de razonamiento no hay una consecuencia lógica, puesto que la primera afirmación no implica necesariamente la segunda y, por lo tanto, se trata de una falacia.
La falacia naturalista recibe esta denominación porque muchas teorías éticas se han basado en el argumento de que existe una naturaleza humana con una tendencia determinada y como consecuencia de ella la moral que se defendía tenía que estar en consonancia. Dicho con otras palabras, las virtudes morales defendidas se basaban en una idea sobre la naturaleza humana y este tipo de vínculos entre los hechos y lo que no son hechos (en este caso una valoración moral) son considerados por algunos como un argumento falaz, también conocido como la falacia naturalista.