La gran mayoría de dispositivos tecnológicos que empleamos en la vida cotidiana tiene su origen en unas materias primas que, a su vez, se obtienen de yacimientos minerales. En estos lugares se instala una infraestructura, la explotación minera.
Para establecer una explotación minera es necesario un estudio técnico realizado por geólogos que estudian las caracterísicas del posible yacimiento ( esta fase se denomina de exploración minera ). Si el lugar escogido tiene las condiciones necesarias hay que realizar un trabajo de viabilidad, en el que se valora la cantidad posible del mineral a extraer, los costes de su producción, distribución y, sobre todo, la rentabilidad económica.
Una peculiaridad de la minería es la necesidad de utilizar explosivos para movilizar la tierra y extraer las rocas de las que se obtiene el mineral deseado.
Uno de los aspectos que más debe analizarse es el impacto medioambiental de la instalación y su explotación. Es lógico que así sea porque el beneficio económico del yacimiento puede acarrear un perjuicio en el medio ambiente que también implica, en algún sentido, un problema económico.
Una explotación minera puede establecerse en la superficie de la Tierra o a nivel subterráneo y los elementos que se extraen son metálicos, no metálicos o piedras. La gran mayoría de explotaciones son a cielo abierto, donde las medidas de seguridad no tienen que ser tan exigentes y las condiciones de trabajo no son tan extremas como la actividad que se realiza en el subsuelo.
La minería es una actividad milenaria. De hecho, en el paleolítico se desarrollaron yacimientos de hierro para conseguir este material, útil para herramientas, armas y otros utensilios. Esta misma idea es la que seguimos empleando en la actualidad. Un ejemplo de ello es la explotación del coltán, un mineral que se encuentra mayoritariamente en la República Democrática del Congo y que es el elemento básico para los dispositivos móviles que se emplean en todo el mundo.
Las condiciones laborales de los yacimientos donde se extrae este mineral son muy precarias. Lo mismo sucede en otras explotaciones mineras, por ejemplo las que se dedican al oro o a las esmeraldas. Esta circunstancia tan frecuente en la minería provoca una paradoja: compramos y disfrutamos de objetos muy valiosos y su materia prima ha sido obtenida en condiciones de explotación.