El término estampilla es el diminutivo de uso popular de la palabra estampa, que equivale a sello o timbre. Es una acreditación oficial que acompaña a cualquier carta o envío postal para garantizar su correcto envío.
El valor de la estampilla depende de las características del envío, es decir, el lugar de destino, el peso o el tipo de servicio empleado (hay servicios ordinarios y otros con carácter urgente).
La palabra estampilla se utiliza comúnmente en el contexto latinoamericano (México, Argentina, Chile o Venezuela), mientras que en España es más habitual el uso del término sello.
El valor de la estampilla y sus características
Además del valor económico asociado a un envío determinado, la estampilla tiene un valor filatélico, pues el sello es una pieza de coleccionismo que puede alcanzar un precio muy elevado dependiendo de una serie de características y circunstancias: la dificultad de encontrarlo en el mercado, su antigüedad, si es nuevo o usado, su estado de conservación, etc.
Los coleccionistas y expertos en filatelia estudian las estampillas en función de una serie de aspectos (la nacionalidad, el dentado del contorno, el año de emisión, el valor del franqueo o su formato).
El origen de la estampilla
El servicio postal como institución ya existía en la civilización romana y en otras culturas del mundo antiguo. Sin embargo, la estampilla no se introdujo como sistema hasta el siglo XlX. Hasta entonces, el sistema de envío postal funcionaba mediante el pago por parte del destinatario cuando recibía el envío y la cantidad de dinero dependía de la distancia recorrida hasta su destino final.
En Gran Bretaña los servicios postales incorporaron el uso de estampillas, las cuales aportaban dos novedades significativas: quien pagaba el servicio a través de un sello era el remitente y no el destinatario y, por otra parte, el precio del servicio estaba relacionado con el peso del paquete y no con la distancia que se debía recorrer.
Inicialmente las primeras estampillas fueron utilizadas dentro de las fronteras británicas, pero en pocas décadas este sistema adquirió una dimensión internacional. De alguna manera, las estampillas o sellos simbolizaban el primer paso hacia la globalización, ya que no hay que olvidar que se pusieron en marcha mundialmente en el contexto del desarrollo de los medios de comunicación (nuevas rutas de ferrocarril, rutas marítimas para el comercio, expansión de las colonias europeas en África y Asia, etc).