Se conoce como Estado de Bienestar a aquel que se caracteriza por un fuerte intervencionismo en políticas sociales y económicas. El objetivo fundamental del mismo consiste en regular los mercados, promover el pleno empleo y alentar el consumo interno. Asimismo, busca garantizar los derechos básicos a sus ciudadanos como la salud, la educación y la vivienda.
Este tipo de Estado surgió como una necesidad tras la caída de la Bolsa de Wall Street en 1929, cuando los altos niveles de desempleo y pobreza a nivel internacional, pusieron en duda la capacidad del mercado de regularse a sí mismo como había propuesto el liberalismo económico.
Origen
El concepto de “Estado de Bienestar” fue acuñado por primera vez para denominar a los Estados que, luego de la Segunda Guerra Mundial, buscaron contrarrestar la falta de empleos y el aumento de la pobreza. No obstante, el tipo de medidas llevadas a cabo ya habían sido aplicadas desde 1929 para subsanar las graves consecuencias económicas provocadas por la caída de la Bolsa de Wall Street a nivel internacional. Así fue que, a raíz de la crisis del 30, gran parte de los Estados tendieron al intervencionismo y abandonaron la postura liberal que proponía que el mercado se autorregulaba mediante el libre juego de la oferta y la demanda.
Por otro lado, el surgimiento del Estado de Bienestar también estuvo asociado con la avanzada del comunismo como una alternativa posible al modelo capitalista. La asociación está dada por el hecho de que los Estados comenzaron a intervenir para mejorar la vida de la población y de esa forma evitar una posible revolución como la sucedida en Rusia en 1917. En ese sentido, fue por dicho motivo que las clases dominantes aceptaron ceder parte de su poder económico con el objetivo de contrarrestar el malestar social.
Características
El Estado de Bienestar se caracteriza fundamentalmente por garantizar la seguridad social de todos los ciudadanos sin distinción de clase, etnia o religión. De esta forma, este tipo de Estado busca reducir la pobreza, el desempleo y el acceso desigual a la salud y a la educación, mediante la distribución de pensiones y servicios sociales. Así, favorece la incorporación en el sistema capitalista de los sectores menos privilegiados, a la vez que reconoce a los sindicatos como actores políticos con peso propio. El resultado de ello es que se genera una integración social entre clases altas y clases populares.
Entre las medidas propias de un Estado de Bienestar contamos con la gratuidad de la salud y la educación; las pensiones por desempleo, jubilación o invalidez; planes de acceso a la vivienda; subvención o estatización de los servicios públicos; y legislaciones que permiten conciliar la vida laboral con la vida familiar. Para lograr llevar a cabo estas medidas, el Estado de Bienestar acude a la aplicación de impuestos y tasas a los más favorecidos lo cual permite redistribuir la riqueza.
Ejemplos
El Estado de Bienestar no es único, sino que cada uno tiene sus propias fórmulas. Así, si bien cada país tiene sus características, en Europa existen fundamentalmente cuatro modelos.
En primer lugar, el modelo nórdico (aplicado por Islandia, Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca y los Países Bajos) es el que tiene el mayor nivel de protección social puesto que todos los ciudadanos poseen acceso a las prestaciones sociales. Asimismo, gran parte del gasto público está destinado a generar empleos y a reinsertar a los desempleados en el mercado de trabajo. Además, como los sindicatos tienen gran incidencia en la toma de decisiones, en el modelo nórdico existe una distribución equitativa de la renta evidenciada en el hecho de que los ciudadanos tienen un salario similar.
Por su parte, el modelo continental (propio de Francia, Bélgica, Alemania y Austria) es similar al modelo nórdico pero se diferencia en que los gastos públicos se orientan fundamentalmente a las pensiones y se le brinda una menor atención al mercado de trabajo. En este caso, los sindicatos no cuentan con una alta tasa de afiliación pero sí tienen poder en la toma de decisiones político-económicas.
En cuanto al modelo anglosajón, llevado a cabo por Irlanda y el Reino Unido, el mismo cuenta con menos medidas preventivas y de asistencia social que los modelos anteriormente mencionados. Fundamentalmente, el gasto público se destina a favorecer el mercado de trabajo, creando planes para la reinserción laboral de los desempleados y estimulando la educación especializada de los trabajadores. Es de destacar que los sindicatos tienen menos poder de incidencia bajo este modelo, lo cual se traduce en una desigual distribución del salario.
Finalmente, el modelo mediterráneo (aplicado por España, Portugal, Italia y Grecia) se caracteriza sobre todo por la protección del empleo y se diferencia del resto de los modelos porque la inversión en servicios sociales es menor, a la vez que el acceso a las prestaciones está segmentado. Respecto del rol de los sindicatos, es pujante, favoreciendo así la igual distribución de los salarios.