La escolopendra gigante es la mayor de las especies de ciempiés, o miriápodos, conocida actualmente, pudiendo llegar a sobrepasar los 30 cm de longitud; es oriunda del norte de Suramérica y las islas del mar Caribe. Presenta el cuerpo segmentado metaméricamente, con hasta 23 segmentos, cada uno de los cuales está provisto de un par de apéndices. Aunque es una especie venenosa, y su emponzoñamiento resulta muy doloroso, es buscada como mascota exótica por un número creciente de personas.
Descripción general a nivel morfológico
La escolopendra gigante, como todos los miriápodos, posee el cuerpo diferenciado en dos tagmata, la cabeza y el tronco. Los somitos de la cabeza están fusionados entre sí, pero los del tronco no, diferenciándose en 21 a 23 segmentos.
Cada somito corporal presenta un par de apéndices y todos ellos son multiarticulados y formados por una sola rama. Los apéndices de la región cefálica son las antenas, mandíbulas, maxílulas y maxilas. Las antenas están compuestas de 17 artejos (segmentos).
Los apéndices del primer segmento del tronco reciben el nombre de prensores, maxilípedos o forcípulas y están modificados como uñas venenosas, el resto de los apéndices del tronco, o patas, rematan en una uña prensora, el último par de patas está dirigido posteriormente y no es utilizado para el desplazamiento, sino en ocasiones para ayudar a atrapar a su presa durante la alimentación.
Su cuerpo es muy oscuro, con una coloración que va desde el marrón rojizo hasta casi completamente negro, las patas generalmente son de una coloración más clara. El exoesqueleto está queratinizado, es muy resistente y está formado por una placa dorsal o tergito y una ventral o esternito, mientras que los lados están formados por una membrana pleural menos resistente. Las patas articulan ventrolateralmente.
Alimentación
La escolopendra gigante es un animal carnívoro, es un predador activo y agresivo que se alimenta de presas vivas que captura con ayuda de su potente veneno. Las principales presas de este ciempiés son otros artrópodos como arañas, saltamontes, cucarachas, escorpiones, entre otros. También puede alimentarse de vertebrados como ranas, lagartijas, serpientes, aves, ratones y murciélagos.
Las escolopendras inyectan su veneno con las forcípulas. Mientras devoran su presa, las escolopendras la sostienen con sus patas anteriores, y en caso de ser perturbados mientras comen, no se desprende de ella, sino que se aferran a la misma con más fuerza.
El veneno de la escolopendra presenta enzimas proteasas; mediadores del dolor como acetilcolina, histamina y serotonina; y otra variedad de agentes tóxicos no bien determinados, que afectan a nivel sistémico a los animales que sufren emponzoñamiento por este organismo. Se ha estimado que el veneno de la escolopendra gigante puede causar la muerte de su presa instantáneamente o tardar hasta un par de minutos en presas más grandes.
Veneno
En el ser humano, el emponzoñamiento por escolopendra gigante puede causar síntomas leves en adultos, que van desde debilidad generalizada, edema y erupciones cutáneas localizadas o generalizadas, mareos y dolor de cabeza, fiebre, anafilaxia y necrosis en el lugar de la picadura. También, se produce un dolor de intensidad variable, que puede ser local o irradiarse a otras partes del cuerpo y que puede llegar a durar varios meses.
En infantes o personas susceptibles, puede causar daños más graves, como isquemia e infarto de miocardio, hemorragias y rabdomiólisis. Existen casos documentados de muerte por emponzoñamiento por este miriápodo.
El crecimiento de las áreas pobladas ha llevado a la invasión del área natural de esta especie, siendo cada vez más frecuentes los casos de ataques por escolopendra gigante a seres humanos.
No existe un antibiótico específico para su veneno, aunque se han realizado pruebas para producirlo a partir de inmunoglobulinas derivadas de huevos de gallina que han arrojado resultados alentadores. Por ahora, el tratamiento es sintomático y comprende principalmente antihistamínicos y analgésicos.
Reproducción
Las escolopendras gigantes son organismos dioicos (con sexos separados), no existe dimorfismo sexual entre ellos, aunque algunos autores han sugerido que la hembra es ligeramente más grande que el macho. Internamente, se observa que la hembra posee un único ovario el cual es alargado y se ubica por encima del tubo digestivo, el macho por su parte, posee numerosos testículos.
En esta especie existe un cortejo previo a la reproducción, pero no existe cópula. El macho deposita los espermatóforos (paquetes de espermatozoides) en una red nupcial construida por la hembra, y luego la hembra los recoge con sus apéndices sexuales (gonópodos) y los transfiere a su abertura sexual (gonoporo).
Los huevos son fecundados y depositados en un nido que la hembra se encarga de cuidar. Luego de la eclosión, los juveniles recién eclosionados son incapaces de cazar y alimentarse por sí mismos, siendo cuidados por la madre hasta que puedan alimentarse solos.
Hábitat y distribución
La escolopendra gigante puede vivir en hábitats muy diversos, desde bosques lluviosos hasta bosques xerófitos donde se oculta durante las horas diurnas bajo ramas, hojas y/o troncos caídos, bajo rocas, en grietas entre rocas, cuevas, cerca de zonas pobladas puede esconderse entre la basura y los escombros, y puede incluso invadir habitaciones humanas, donde se esconde en closets, áticos, sótanos, maceteros, o cualquier otra estructura que le brinde protección y que sea relativamente húmeda.
Es una especie endémica del neotrópico, estando su distribución natural circunscrita a islas como Aruba, Curazao, Trinidad y en el continente se encuentra en Guyana, Venezuela, Colombia y Panamá. También ha sido reportada en otras localidades, como las Islas Vírgenes Norteamericanas, Haití, Honduras y México, sin embargo estos registros parecieran representar introducciones accidentales por causas humanas y no parte de su distribución natural.
Mantenimiento en cautiverio
La cría de escolopendra gigante como animal de mascota es una actividad peligrosa debido a la presencia de una glándula de veneno y el carácter agresivo del animal. El veneno de este animal puede causar lesiones, incluso por el contacto de la piel con lugares donde haya rastros del mismo.
Adicionalmente, la escolopendra gigante ha demostrado adecuarse poco a condiciones de cautiverio y su esperanza de vida es poca en tales condiciones.
Referencias bibliográficas
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