Biografía de Erasmo de Rotterdam

Nació en Rotterdam. Fue hijo ilegítimo de un sacerdote y de la hija de un médico.

Se formó en escuelas monásticas, tal era la costumbre educativa de la época.

Se ordenó como sacerdote en la orden de los agustinos.

Trabajó para el obispo de Cambray. Realizó estudios sobre la escolástica y la filosofía griega en París.

Fue dispensado de las obligaciones conventuales para dedicarse con exclusividad al estudio.

Viajó por muchas ciudades europeas dando clases y conferencias. Durante su paso por la ciudad de Londres conoció al humanista John Colet (decano de la catedral de San Pablo) quien lo animó a profundizar en el conocimiento de la vida del santo; por otra parte, leyó la Biblia bajo la influencia humanista, hecho que marcó para siempre su manera de pensar la religión.

Empezó la escritura de Adagios, una colección de refranes con moralejas sobre las tradiciones de las antiguas Grecia y Roma. Amplió la edición en el año 1508.

Asumió como titular de la cátedra de Teología en la Universidad de Cambridge. También enseñó griego en dicha casa de estudios superiores.

Contribuyó en el asentamiento del Humanismo en Inglaterra.

El Humanismo fue un movimiento de renovación cultural que nació en Italia, en el siglo XV, y se extendió por todo Europa en el siglo XVI.

Su característica fundamental es el antropocentrismo que propuso como eje. Es decir, sostuvo una prominencia y una exaltación del ser humano, de su historia, su pensamiento, su anatomía, y como contrapartida perdió espacio y atención el teocentrismo, que dominó la etapa anterior (todo giraba en torno a Dios y a la religión).

Editó la obra Manual del caballero cristiano. Se asumió como el apóstol de una religiosidad espiritual e interior que exteriormente se manifestó como tolerancia y caridad constructiva para con el prójimo. Fue precisamente en estos conceptos que se inspiró esta obra.

Fue partidario del regreso a las fuentes del cristianismo, planteo que, según reconoció el propio Martín Lutero, influyó en su propuesta reformadora que estuvo muy empapada de su pensamiento.

Se graduó en la carrera de Teología, en la Universidad de Turín, y comenzó una intensa actividad como filólogo y escritor.

Mantuvo una prolífica correspondencia con muchos colegas de su tiempo, y también, como consecuencia de su gran valía intelectual, supo ser el invitado de honor de monarcas y príncipes de su tiempo.

Se conoció su obra Elogio de la locura, dedicada a su gran amigo Tomás Moro, en la cual promovió el regreso a la ética cristiana primitiva.

Publicó una de sus obras más trascendentales: la traducción al idioma griego del Nuevo Testamento, basada en manuscritos nuevos.

Se asentó en Basilea.

Preparó la edición de una obra sobre los Padres de la Iglesia, entre los que destacó, por supuesto, San Agustín.

Escribió toda su obra en latín y tradujo muchos textos bíblicos que fueron muy elogiados y leídos en Europa.

Se mantuvo neutral en la lucha que se desató entre reformadores protestantes y la iglesia católica, sin embargo, ello le reportó gran hostilidad de parte de ambos bandos.

Ejerció una notable influencia en la pedagogía.

Promovió la educación literaria desde edad temprana, con una metodología de enseñanza sencilla y alegre.

Por otra parte, consideró que un hombre que no estuviese instruido en la filosofía y la literatura era un animal inferior y se convertía en presa fácil de las pasiones inferiores.

Fue un gran crítico de los castigos corporales en el marco de la enseñanza, algo ciertamente instalado a través de los siglos, y que el Humanismo se ocupó de combatir.

Consideró que los idiomas debían ser enseñados durante la primera infancia, y, sin duda, entre sus aportes más novedosos, se cuenta el planteamiento de la necesidad de atender las diferencias individuales de los niños en el proceso de enseñanza. Por caso, creyó que era apropiado que el maestro instruyese a un reducido grupo de alumnos.

Falleció, a los 69 años, en la ciudad de Basilea, a causa de disentería, un trastorno inflamatorio que se produce en el intestino. Fue enterrado en la catedral de dicha ciudad.