Se denomina disenso a la circunstancia mediante la cual dos o más personas presentan posturas distintas en lo que respecta a un determinado tema. El disenso se manifiesta en un punto de vista encontrado en temas públicos o con cierto grado de relevancia en una comunidad determinada. Es una circunstancia habitual en sociedades abiertas en las que prima la libertad de expresión y en donde cada persona puede hacer una manifestación pública de sus puntos de vista y perspectiva. No obstante, en sociedades en donde se intenta imponer un único discurso, el disenso intenta eliminarse desde la acción estatal; podemos dar cuenta de esta circunstancia en regímenes totalitarios o en camino de serlo.
El disenso en ocasiones es más que una mera oposición de puntos de vista. En ocasiones puede ser visto como un medio de llegar a un conocimiento más profundo de un tema específico. En efecto, el planteo de posturas divergentes en ocasiones hace que cada una de estas muestre los defectos de la otra y se logre llegar a un punto medio superador. Esta circunstancia guarda también estrecho vínculo con el dialogo y la puesta en común y tuvo cierto grado de formulación teórica dentro del plano de la filosófica. Recordemos sin ir más lejos el modo en que Platón presentaba la cosmovisión de Sócrates: esta se manifestaba a partir de una polémica con un determinado interlocutor en lo que respecta a un tópico específico. Así, esta dialéctica iba poniendo de manifiesto posiciones encontradas y a partir del disenso se iban generando nuevas perspectivas que podían ser de utilidad.
El disenso también debe verse de esta manera para el observador de un debate que tiene contacto con ideas que parecen dar cuenta de una realidad desde distintas perspectivas. Este posibilita formarse y generar un criterio propio a partir de estos planteos y las fallas que cada postura pueda tener. Un claro ejemplo de esta circunstancia puede evidenciarlos los debates entre candidatos a ocupar algún cargo público que debaten en un medio de comunicación. Este escenario planeará generalmente un disenso en lo que respecta a tópicos de interés público. Gracias a éste, un elector podrá obtener información de estas temáticas y tomar la decisión que considerará, más adecuada.
El disenso debe considerarse, por lo tanto, como una circunstancia natural esperable en una sociedad con cierto grado de madurez y respeto a la libertad de expresión. Esto, por supuesto, dentro de los límites del respeto mutuo y la convivencia. De ninguna manera la posibilidad de disentir debe considerarse como una forma de permitir el libertinaje y el descrédito gratuito del otro.