No hay mejor camino para conocer el significado de una palabra que remontarse a su origen etimológico. En el caso de dicción, viene del latín diclio y quiere decir manera de hablar.
La dicción es la modulación de la voz en el acto de hablar. Tiene un aspecto anatómico y fisiológico, ya que interviene toda la estructura física que participa en el lenguaje: el diafragma, la laringe, la faringe, los labios, la boca, el paladar y las cuerdas vocales. Si hubiera una anomalía en uno de estos elementos, la voz se resentiría y la dicción dejaría de ser la misma.
Ya desde la antigüedad la dicción era una herramienta importante para la comunicación. De hecho, tanto la retórica, la oratoria como la dialéctica eran conocimientos muy valorados, tanto en el mundo clásico como en la Edad Media. Estos conocimientos necesitaban de una correcta dicción para ser plenamente efectivos en la utilización del lenguaje hablado. Esta idea sigue vigente en la actualidad, pues una buena o mala dicción puede ser determinante. Pensemos en un hipotético político con capacidad, buenas ideas, pero con un defecto en la dicción. Si no consigue solucionar este problema, su fracaso político será más que evidente.
En la actualidad, hay profesionales que intentan corregir los defectos y las imperfecciones en la dicción. Son los logopedas y los foniatras. Estos especialistas van modulando las anomalías del lenguaje y de la voz mediante una serie de ejercicios y técnicas.
Hay profesionales que necesitan de una dicción de gran calidad técnica para realizar su actividad laboral. Un ejemplo llamativo es el de los locutores de radio. Su dicción tiene que ser clara y nítida, sin vicios en la pronunciación, con una correcta musicalidad, sin monotonía en el tono y, en definitiva, con todos los elementos que intervienen en la comunicación en óptimas condiciones. Hay otras actividades y profesiones que también requieren una dicción de calidad: los actores ( especialmente los de doblaje ), los cantantes, los políticos y cualquiera que se dedique a la comunicación.
En relación a los defectos o los vicios que pueden provocar una dicción deficiente hay un número considerable: las cacofonías, los anacolutos, la dificultad de pronunciar las erres, un tono excesivamente plano y sin matices en la voz, etc. Los especialistas en la dicción creen que el acento de cada persona al hablar no es necesariamente un problema y no hay que renunciar a él. En principio, todos los acentos son válidos, aunque la tendencia en los medios de comunicación es que el habla de los locutores sea lo más neutra posible.