Una deuda es un compromiso u obligación que se contrae en relación con alguien o algo con el fin de restituir una situación. Esta definición general se aplica en contextos en los que hay alguna actividad económica.
Hay muchos tipos de deudas con un componente financiero u económico. Si solicitamos un crédito a un banco, estamos contrayendo una deuda, lo cual se traducirá en un contrato hipotecario con una serie de cláusulas. Si un amigo nos presta una cantidad de dinero, tendremos una deuda con él. En cualquier circunstancia semejante, estamos obligados a reponer el dinero prestado y en algunos casos con intereses.
En la terminología económica, el deudor es la persona que tiene que pagar una deuda y el acreedor es quien tiene que recibir el importe de la misma. Estos términos suelen estar incluidos en distintas cláusulas específicas de los contratos.
Hay dos parámetros económicos que están estrechamente relacionados con este concepto: la deuda pública y la privada. Cuando un estado necesita liquidez para afrontar sus responsabilidades, solicita dinero y, en consecuencia, contrae una deuda, denominada deuda pública. La deuda privada es aquella que contraen las empresas y los particulares y normalmente tienen un mayor riesgo que las públicas.
Al margen de las circunstancias de tipo económico, también se emplea este concepto en otros ámbitos. Imaginemos que una persona nos ayuda de manera desinteresada y, con posterioridad, nos pide un favor. Es muy probable que internamente sintamos la obligación moral de satisfacer su petición, por lo que tenemos una deuda moral, es decir, consideramos que tenemos el deber de hacer algo por esa persona.
En el lenguaje popular hay expresiones que incorporan este concepto: «sentirse en deuda», «tener deudas pendientes», «saldar una deuda» o «estar en deuda con alguien». En estos casos siempre hay dos protagonistas implícitos: alguien que tiene un compromiso y otra persona que puede ser el receptor de la cosa comprometida. Sin embargo, también puede emplearse de manera figurada. Vale la pena analizar esta última circunstancia con un ejemplo. Una persona dice lo siguiente: qué alivio, por fin he saldado mi deuda con la sociedad. Estrictamente hablando no hay ninguna deuda, es simplemente una manera de expresar que se encuentra en paz y satisfecho porque ha cumplido un objetivo importante.
Por último, una deuda tiene una dimensión legal. De manera general, cualquier deuda está sujeta a una limitación temporal, por lo que no es legal reclamar una deuda indefinidamente, ya que hay un periodo máximo establecido para hacerlo.