La depreciación es el proceso mediante el cual un activo determinado pierde parte de su valor en una economía de mercado. Consiste en una disminución de su precio en función de los precios de otros bienes. Así, por ejemplo, y para hacer una alusión que es de fácil comprensión, la devaluación de la moneda doméstica consiste en una depreciación de la misma contra moneda extranjera; así, se requerirán menos unidades de moneda foránea para intercambiarla por la local. Este tipo de circunstancia es beneficiosa para aquel que se encuentra posicionado en activos que mantienen su precio puesto que posibilita la transacción por mayor cantidad de unidades de los depreciados.
Cualquier agente económico cuenta con bienes a su disposición que sufren una pérdida de valor con el paso del tiempo. Este tipo de circunstancia se denomina amortización y varía en función del bien que se trate. Así, por ejemplo, un automóvil se depreciará a una velocidad mayor que una propiedad. Este tipo de circunstancia debe de quedar asentada contablemente para dar cuenta de la situación patrimonial correcta y debe ser considerada desde el punto de vista financiero. Este tipo de depreciación suele ser representada en un porcentaje anual, circunstancia que debe ser entendida como un consenso en un país determinado.
Existen, no obstante, algunos activos que carecen de depreciación por su uso. Un claro ejemplo de ésta circunstancia es el de los terrenos. Los mismos suelen considerarse libres de una depreciación, sobre todo en áreas urbanas. No obstante, si se habla de terrenos cultivables, esta circunstancia cambia, puesto que su uso tiende a hacer decaer su productividad. En la actualidad, no obstante, existen técnicas que tiende a evitar este tipo de circunstancias.
La depreciación debe ser considerada con detenimiento si nuestra finalidad es conservar nuestro capital. En efecto, tanto la depreciación consecuencia del uso como la depreciación por un cambio en las condiciones de mercado pueden significar una enorme pérdida para un individuo o empresa. En este contexto es de esperar que se tomen todas las decisiones necesarias para evitar este tipo de circunstancia.
En algunos contextos determinados, no obstante, una depreciación puede significar una salida a un problema agudo. Así, por ejemplo, en el caso de la devaluación, si esta es real y no un mero artificio nominal, implica un aumento considerable de la competitividad. En efecto, como consecuencia del abaratamiento de los bienes de un determinado país, comenzarán a afluir los capitales y comenzará a aumentar la actividad económica.