David Livingstone es una de las personalidades más reconocidas del Reino Unido como consecuencia de sus aportes en diversos campos como ser: la medicina, la astronomía, la cartografía, su férrea lucha contra la esclavitud, y ni hablar de las exploraciones que lideró en el este y sur de África y que le permitieron descubrir territorios desconocidos y ciertamente bellos.
Entre los notables descubrimientos de la geografía africana por parte de Livingstone se cuentan: el río Zambeze, las bellas cataratas Victoria, y la penetración en el desierto de Kalahari, en tanto, la búsqueda de las fuentes del Nilo quedó solo en los planes porque la muerte a causa de malaria lo alcanzó en pleno trabajo
Las cataratas, principal salto de agua del rio Zambeze, están situadas en la frontera entre Zambia y Zimbabue, y recibieron la denominación de Victoria en honor a la Reina de Inglaterra de aquella época.
En su tiempo, las expediciones al África eran una auténtica empresa de riesgo como consecuencia de las enfermedades graves que la azotaban, especialmente la malaria, sin embargo, este médico de profesión sabía que la quinina era un gran antídoto, y por ello pudo “conquistar” gran parte de este territorio
Livingstone, no sabía que la quinina mataba a los microorganismos que producían la malaria pero sí sabía que la misma tenía un efecto seguro contra los síntomas que producía y por ello cuando viajaba llevaba importantes dosis de ella
Si bien no pudo establecer que eran los mosquitos los transmisores de esta enfermedad, como luego se determinó, sí llegó a la conclusión que en las zonas donde abundaban estos había mayores probabilidades de contraer la enfermedad.
Afortunadamente llevaba un registro de la utilización de la quinina, y de otras observaciones, que más tarde permitió avanzar en el desarrollo de un tratamiento.
Que en la actualidad, esta y otras enfermedades africanas tengan un tratamiento se deben en gran medida a este valiente médico.
Livingstone nació un 19 de marzo del año 1813, en Escocia, donde se recibió de médico.
Muy interesado por las ciencias naturales, pero también por la actividad misionera, decidió emprender viaje hacia África, donde como vimos, hizo un poco de todo, descubrió lugares desconocidos, avanzó en la cura de enfermedades autóctonas y luchó contra la esclavitud
Falleció en la colonia británica de Rodesia del Norte el 1 de marzo del año 1873.
Un hecho simbólico, pero que demuestra su enorme amor por África, es que tras su muerte su corazón se enterró a los pies de un árbol en el África, mientras que su cuerpo fue sepultado en la Abadía de Westminster.
En Zambia existe una ciudad con su apellido, denominada así en su homenaje.