Las pequeñas y medianas empresas en ocasiones necesitan solicitar un crédito para mantener, ampliar o mejorar algún aspecto de su actividad. Esta modalidad de financiación se denomina crédito comercial.
Los agentes implicados en este tipo de operaciones son dos: la empresa que solicita el crédito y la entidad bancaria que establece una serie de condiciones para otorgarlo.
Normalmente el crédito comercial se realiza con el fin de realizar una inversión elevada para la empresa ( una maquinaría o unas obras de mejora ). El banco que otorga esta financiación estudia la iniciativa empresarial en función de varios parámetros: la capacidad de pago, el objetivo establecido y el sector empresarial.
La financiación de estos créditos es un un factor determinante y es una circunstancia que se pacta entre las partes implicadas. Los distintos términos y aspectos también se acuerdan, lo cual se concreta en un contrato en el que se indican todos los detalles ( forma de pago, plazos, tasa de demora, pagos anticipados, etc ). Las cuotas que se deben pagar se tienen que ajustar a los flujos de la actividad empresarial y a la duración del bien que se va a adquirir.
Normalmente estos créditos tienen una tasa establecida y unos gastos asociados, que generalmente se incorporan a la cuota mensual.
Con el fin de apoyar a las empresas, estos créditos suelen contar con algún tipo de garantía de una entidad que colabora con el banco que realiza el crédito ( por ejemplo, las sociedades de garantía recíproca ). De esta manera, la entidad bancaria minimiza sus riesgos y la empresa tiene más posibilidades de conseguir dicho crédito.
Para solicitar esta modalidad de financiación es frecuente que la empresa solicitante cumpla una serie de requisitos mínimos: una empresa legal y que se encuentra al día de sus obligaciones tributarias, presentar un volumen comercial suficiente para garantizar los compromisos del crédito y una experiencia razonable dentro del sector. Así mismo, se considera especialmente importante que el pago del crédito se realice mediante la propia actividad empresarial
En la actualidad, hay personas emprendedoras que tienen un proyecto de negocio definido y viable desde el punto de vista empresarial. Sin embargo, se encuentran con el problema de la financiación, ya que las entidades bancarias sólo ofrecen créditos comerciales a las empresas consolidadas y con una trayectoria demostrable.