Quien adopta una actitud resignada frente a la adversidad es alguien conformista. La misma consideración se puede aplicar a la persona que no tiene grandes aspiraciones en su vida personal y profesional.
La idea de estar conforme equivale a estar a favor de algo y, por lo tanto, se trata de algo positivo. Sin embargo, el conformismo expresa una actitud vital con connotaciones normalmente negativas.
Dos visiones contrapuestas
Como otras muchas ideas, la de conformismo está asociada a valoraciones muy distintas. En este sentido, se puede hablar de dos caras opuestas sobre un mismo concepto.
Imaginemos a alguien que realiza un trabajo que no le gusta y que, a pesar de ello, no busca una alternativa más satisfactoria. Su conformismo puede ser interpretado en dos sentidos contrapuestos. Desde un punto de vista, esta actitud es adecuada porque implica que dicha persona se ha adaptado bien a su realidad. Desde otra perspectiva, puede considerarse que su actitud personal es sumisa y pasiva y, en consecuencia, alguien le podría aconsejar que se revelase de alguna manera para encontrar algo mejor.
Resignación cristiana e inconformismo
En la tradición cristiana la idea de resignación está muy arraigada. En esta línea, ante las situaciones adversas, el buen cristiano debe confiar en Dios, pues su vida está en sus manos y él nada puede hacer para cambiar la voluntad del Creador.
Si bien la resignación cristiana puede parecer a primera vista una actitud pasiva y conformista, no hay que olvidar que el cristiano tiene la gracia de la esperanza, un don otorgado por el Espíritu Santo con el que se puede afrontar la vida con optimismo y confianza.
Frente a la resignación cristiana hay una actitud vital opuesta, el inconformismo. Desde la posición del inconformista, solamente la muerte debe aceptarse como algo irremediable y ante todo lo demás es posible adoptar una postura rebelde y de lucha.
El inconformismo tiene, a su vez, dos caras diferenciadas. En un sentido positivo, se trata de una posición combativa y transformadora. En un sentido negativo, el inconformismo vital conduce a una permanente insatisfacción personal.
Si alguien no se conforma con su desgracia e intenta superar las dificultades, su inconformismo puede valorarse como una cualidad. Por el contrario, si alguien no se encuentra satisfecho con aquello que consigue y siempre quiere más, su inconformismo es un síntoma de un desasosiego interior.
Desde la óptica de la psicología, el sentimiento de inconformismo puede ayudarnos a superarnos frente a la adversidad o, en un sentido inverso, puede generar un estado de frustración o incluso de depresión.