Se conoce como clientelismo a la práctica política por la cual un funcionario reparte ciertos recursos públicos para brindar beneficios, que van desde la generación de puestos de trabajo hasta el regalo de bienes materiales o viviendas, a un individuo o a un grupo de personas. El objetivo de este reparto consiste en obtener favores electorales a cambio.
Así, en el momento en que se concreta este intercambio de favores se establece una relación patrón-cliente que, sin embargo, no es simétrica, ya que el patrón posee un mayor capital simbólico y económico que el cliente, el cual cuenta con menores posibilidades de acción. No obstante, hay autores que sostienen que esta práctica puede ser beneficiosa para los sectores populares ya que les permite obtener ventajas del juego electoral.
Características
El clientelismo es un fenómeno político muy antiguo que, a diferencia de la idea que sostiene que se da únicamente en los países subdesarrollados, se ha difundido por distintas partes del mundo y bajo cualquier tipo de régimen político.
Una primera característica a destacar del clientelismo es que se trata de un método utilizado por funcionarios públicos. El mismo implica otorgar beneficios a un individuo o grupo a cambio de recibir favores que, generalmente, están relacionados con el apoyo político en tiempos electorales. En este sentido, se trata de un intercambio recíproco por el cual las dos partes involucradas (patrón y cliente) reciben un beneficio a cambio: el funcionario suele recibir apoyo electoral a cambio de los beneficios económicos, materiales y/o laborales que reciben los clientes. Sin embargo, es preciso destacar que esta relación de intercambio es asimétrica ya que el funcionario posee un mayor capital, tanto económico como simbólico, que termina perpetuando las desigualdades entre ambas partes. En este sentido, es necesario tener en cuenta que el clientelismo funciona siempre que parte del electorado tenga necesidades insatisfechas ya que, de modo contrario, no sería efectivo el otorgamiento del favor por parte del patrón para condicionar el apoyo político.
Otra característica a destacar del clientelismo es que constituye una relación personalizada que no está regulada y se encuentra en los márgenes de la legalidad. De hecho, cuando el reparto de los recursos del Estado se da de forma legal, no se trata de clientelismo ya que el funcionario no puede condicionar cómo será la distribución. Así, el reparto de los recursos de forma mesurada suele ser síntoma de clientelismo ya que, en dichas situaciones, el funcionario utiliza los recursos estatales en pos de obtener un beneficio privado. En este punto, es preciso destacar que el funcionario también puede aplicar el clientelismo a la inversa, es decir, castigando a sus opositores con la quita de beneficios.
Por las razones mencionadas, el clientelismo es muchas veces considerado como una práctica problemática para el correcto funcionamiento de la democracia y de las instituciones republicanas ya que atentaría contra el principio de la igualdad y de la libre elección de los representantes. Sin embargo, hay autores que sostienen que se trata de un mecanismo que los sectores populares usan a su favor para obtener ventajas de la competencia política.
Ejemplos
Las situaciones en que se recurre a prácticas clientelares son abundantes debido a que, como se mencionó anteriormente, se trata de un fenómeno muy difundido. Un ejemplo que se puede señalar es el del candidato que ofrece trabajos o bienes materiales (como electrodomésticos o artículos para el hogar) a cambio de obtener los votos de las personas beneficiadas. Otro ejemplo que se da de forma frecuente ocurre cuando el gobierno de turno brinda una mayor cantidad de recursos a las regiones que responden al oficialismo y castiga a aquellas que pertenecen a la oposición.
Entre los múltiples casos de clientelismo que se han vivido a nivel internacional, destacó el llevado a cabo por el político peruano del partido fujimorista, Waldo Enrique Ríos Salcedo, quien ofreció a los sectores más empobrecidos del electorado el pago de un estipendio mensual de 500 soles a cambio de que le dieran su voto. Este accionar le valió duras críticas por parte de los medios de comunicación.
Referencias bibliográficas
Auyero, J. (1997), “¿Favores por votos? Estudios sobre clientelismo político contemporáneo”, Buenos Aires: Losada.Combes. H. y Vommaro, G. (2016). “El clientelismo político desde 1950 hasta nuestros días”, Buenos Aires: Siglo XXI Editores.