En la naturaleza las sustancias se pueden encontrar en tres estados distintos: sólido, líquido y gaseoso. Si nos referimos al agua, en su estado líquido la podemos encontrar en los mares, en los océanos o en los ríos. En estado sólido, en un cubito de hielo. En su estado gaseoso, la encontramos en las nubes. De esta manera, dependiendo de las condiciones a las que esté sometida el agua, se encontrará en un estado u otro. Como todos sabemos, el hielo por el efecto del calor se convierte en agua líquida que, a su vez, puede evaporarse y pasar a un estado gaseoso. Esto implica que el agua cambia pero mantiene su identidad, pues continua siendo H2O.
Ciclo del agua
Se entiende por ciclo del agua, el camino que sigue el agua en la Tierra. En otras palabras, la energía del Sol produce la evaporación, de tal forma que el agua del mar y de los ríos se evapora a través de la condensación. Cuando el vapor llega a las capas altas de la atmósfera se enfría y se condensa, formándose así las nubes. Debido a la acción del viento las nubes son arrastradas y se produce la lluvia o la nieve. De esta manera, el agua vuelve a la Tierra y alimenta las plantas y este proceso recibe el nombre de precipitación. El agua que recorre la Tierra crea los ríos y forma las aguas subterráneas y este proceso es conocido como infiltración.
El intercambio de agua entre la Tierra, el mar y el aire es el ciclo del agua. Este mecanismo de la naturaleza tiene las cuatro etapas mencionadas: evaporación, condensación, precipitación e infiltración.
El agua, la sustancia clave para entender la vida
El agua se mueve permanentemente. Porcentualmente, la mayor parte del agua se encuentra en los océanos (aproximadamente un 70% de la superficie de la Tierra está cubierta por agua salada). En cuanto al agua dulce, se almacena en los glaciares en los polos norte y sur y cuando el hielo se derrite acaba desembocando en el océano. El agua dulce se encuentra en los lagos, en riachuelos y en la propia Tierra y el resto del suministro de agua se queda en las nubes (la cantidad de agua en la atmósfera es muy pequeña si la comparamos con la que hay sobre la superficie de la Tierra).
El continuo ciclo del agua va acompañado de ciertos peligros provocados por la acción del hombre, siendo el principal la lluvia ácida. Algunas industrias y ciertos combustibles producen sustancias contaminantes (por ejemplo, el óxido de nitrógeno) que se acaban mezclando con el agua atmosférica y todo ello produce la lluvia ácida. Sus efectos nocivos sobre el suelo, la vegetación o la salud son bien conocidos. Existen igualmente otros peligros que pueden afectar al ciclo del agua, como las sustancias radiactivas o las sustancias químicas inorgánicas (por ejemplo, el cadmio o el mercurio).