La certeza es la sapiencia irrefutable de un determinado orden de cosas. Es un saber que se caracteriza por el hecho de ser verdadero sin que exista posibilidad para su negación. Lamentablemente, en el ámbito de las ciencias humanas pocos conocimientos pueden tener esa jerarquía. En efecto, continuamente la ciencia mejora sus conocimientos, desecha algunos por imprecisos y los sustituyes por otros más descriptivos. El concepto antagónico al de certeza es el de incertidumbre, a imposibilidad de tener una idea sobre la que tomar decisiones. Tanto la certeza como la incertidumbre son dos conceptos muy desarrollados en el ámbito de la economía y en particular de las finanzas.
Quizá, las pocas certezas que tengamos en el área del conocimiento nos remitan a los axiomas. Estos son verdades que se consideran evidentes y que carecen de un proceso demostrativo en virtud de esta situación. Los axiomas pueden sonar en ocasiones como obviedades, pero la idea es justamente su caracterización por el hecho de ofrecer certezas frente a otros enunciados. Los axiomas pueden considerarse las piedras angulares de las diversas ciencias; no obstante, las derivaciones de los mismos comienzan a ser deficientes y pasibles de críticas, no pudiendo escapar las diversas disciplinas de ser un conjunto de conjeturas.
En finanzas, la certeza es un criterio casi imposible de obtener. Las diversas estrategias que se desarrollan tienen que ver ante todo con la forma de lidiar ante la incertidumbre, con la incapacidad que tenemos de cubrir cualquier posibilidad de ocurrencia. Así, por ejemplo, muchas formas de encaminar inversiones tienen su correlato en la mejor forma de obtener coberturas, ya sea con derivados o con otros activos correlacionados. De hecho, el hecho de creer que se tiene una certeza es extremadamente peligroso en estos contextos, puesto que se trazará un plan en función de ésta, pudiendo existir un evento inesperado. Este tipo de sucesos se denominan “cisnes negros” en alusión a una historia del pasado, la creencia de que estos animales eran inexistentes porque nunca se habían registrado apariciones de los mismos en toda la historia del mundo conocido, hecho que finalmente aconteció en una expedición en Australia.
Como queda demostrado, las certezas con las que podemos contar en esta vida son limitadas, pero no por eso debemos desanimarnos. En efecto, muchos sucesos cuya posibilidad desconocemos podrán ser negativos, pero también muchos otros podrán ser positivos. Quizá sea más peligroso creer que tenemos todas las respuestas o que controlamos lo que sucede a nuestro alrededor.