Una carpeta es un utensilio que sirve para guardar o clasificar documentos. En la organización personal y, muy especialmente, en el ámbito laboral, una carpeta tiene una función organizativa.
En el mundo estudiantil, la carpeta cumple el mismo propósito de clasificación y de custodia de documentos, pero incorpora otro aspecto, pues es un símbolo estético. Los estudiantes decoran las carpetas con fotos de sus ídolos, con mensajes o con dibujos; todo ello para comunicar algún aspecto de su personalidad o sus aficiones.
Hay carpetas de diversos materiales (el cartón y el plástico son los más corrientes). Algunas tienen un soporte publicitario, pegatinas o emblemas. La modalidad de este tipo de objeto depende del contexto en el que se vaya a emplear.
Si hay un volumen de información muy elevado, es conveniente que las carpetas sean clasificadas con algún tipo de distintivo o etiquetas y utilizando un archivador.
Con el surgimiento de la computación la información se ha continuado almacenando, pero el soporte físico tradicional se ha sustituido por el de tipo informático. Los datos que se almacenan se agrupan en carpetas y, curiosamente, el icono que se utiliza es un dibujo de una carpeta real.
Si bien la carpeta convencional y la informática comparten el mismo propósito organizativo, el software ha permitido multiplicar notablemente la capacidad de almacenar la información. Por otra parte, la carpeta informática representa un ahorro muy significativo de papel. Además, la tecnología ha permitido un cambio sustancial en el concepto de espacio (en algunos archivos hay cientos y miles de carpetas en kilómetros de estanterías y la misma información se puede almacenar en un diminuto pendrive).
De alguna manera, el contraste entre la carpeta de cartón y la que empleamos informáticamente es todo un símbolo del cambio social y técnico que vivimos en el presente. En la actualidad ambas modalidades coexisten. como sucede con el libro en papel y el electrónico. Sin embargo, no es fácil predecir lo que puede ocurrir en un futuro. Hay quienes creen que en pocos años los soportes tradicionales habrán desaparecido, serán como una reliquia del pasado. Otros consideran que las herramientas de la computación no desplazarán a los objetos de manera definitiva. Para comprobar quién tiene razón habrá que esperar unos años y observar si los estudiantes llevan sus carpetas bajo el brazo o se emplean los archivadores repletos de carpetas llenas de papeles.