La idea de cambio climático se puede enfocar desde varias perspectivas.
A lo largo de un periodo de tiempo, las distintas zonas del planeta están sometidas a cambios de temperatura. Estas transformaciones son estudiadas por la meteorología y el hombre corriente las describe a partir de las características propias de las cuatro estaciones del año. En este sentido, hay un cambio climático espontáneo, pues es la propia naturaleza la que pone en marcha los procesos de transformación en el clima.
Desde un punto de vista evolutivo, la Tierra hay que concebirla desde su origen más remoto (hace unos 4500 millones de años). A lo largo de su trayectoria geológica, ha habido varios momentos en los que el clima ha variado sustancialmente. Por ejemplo, hace unos 700 millones de años hubo un largo periodo de glaciación. Este tipo de cambia también obedecía a causas naturales.
En la actualidad hay un nuevo fenómeno que afecta al planeta. Los investigadores y especialistas coinciden en la idea de que el clima de la Tierra se está modificando por razones ajenas a la propia naturaleza, puesto que es la intervención humana la que activa dicha transformación. Así, el cambio climático que nos afecta tiene unas causas y unas consecuencias. Las causas son conocidas: el consumo energético, la industrialización y la forma de vida de los habitantes del planeta están alterando la temperatura y modificando la capa de ozono. Estas causas tienen consecuencias diversas y la mayoría son muy negativas (contaminación atmosférica, deshielo, desertización, desaparición de especies y un largo etcétera).
El cambio climático provocado por la intervención del hombre es una realidad que pone sobre la mesa la necesidad de tomar medidas de carácter global. Esto es lo que se ha hecho en algunas cumbres internacionales, por ejemplo el llamado Protocolo de Kioto promovido por la ONU. La idea fundamental del mismo es hacer viable un desarrollo sostenible de la humanidad, es decir, que sea compatible el crecimiento económico y la preservación del medioambiente. Para conseguir este equilibrio, se han realizado propuestas diversas: la promoción de una agricultura sostenible, limitar las emisiones de metano, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero o la puesta en marcha de incentivos fiscales para alentar el uso de energías renovables.
Hay un consenso general sobre qué hay que hacer para corregir las consecuencias del cambio climático. Sin embargo, la puesta en práctica de las medidas concretas se opone a toda una serie de intereses económicos muy influyentes. Esta contradicción entre lo que debería hacerse y lo que se hace es, muy probablemente, uno de los problemas que amenaza al conjunto de la humanidad.