En esta entrada la palabra cabo se presenta como uno de los accidentes geográficos del planeta. La diversidad de estructuras geológicas es muy amplia y pueden clasificarse en función de su inclinación, su ubicación o teniendo en cuenta el papel que cumplen en la naturaleza.
Un cabo es una estructura o masa de tierra que se encuentra en el litoral y que forma un saliente en el mar. Es un accidente similar a la península, aunque hay diferencias entre ambos: la península esta rodeada de agua por todas partes excepto por una, el itsmo, que la une a la masa continental, mientras que el cabo es un punta en el relieve costero.
La principal característica de un cabo es su relación con las corrientes marinas. Al tratarse de un prolongación en forma de punta y que se adentra en el mar, un cabo tiene influencia sobre las corrientes oceánicas o marinas. Éstas se producen por varios motivos (los movimientos de la Tierra, el viento y la influencia de las aguas frías de la profundidad del mar sobre las corrientes superficiales). Como la intensidad y el movimiento de las corrientes se encuentra alterado por la presencia de un cabo, estas zonas suelen tener una gran dificultad en la navegación. Esto es lo que sucede con algunos cabos del planeta. Hay dos ejemplos históricos muy relevantes: el Cabo de Hornos y el Cabo de Buena Esperanza. El primero se encuentra al sur de Chile y antes de la construcción del Canal de Panamá era la ruta natural de navegación (los vientos catabáticos de esta zona son considerados extremadamente peligrosos). El Cabo de Buena Esperanza se encuentra al sur del continente africano y su primer nombre fue el Cabo de las Tormentas.
Los cabos son un punto de referencia muy valorado por los navegantes a lo largo de la historia. Durante muchos siglos se navegaba cerca de la costa para que así la ruta fuera lo menos peligrosa posible. Este tipo de navegación se denomina de cabotaje, ya que el barco o la nave se desplaza siguiendo los cabos que aparecen en el litoral.
Debido a su posición estratégica, los cabos son lugares idóneos para instalar faros que guíen la navegación. En la actualidad los faros siguen teniendo la misma función que hace miles de años, aunque la información vía satélite hace que algunos faros tengan simplemente un valor histórico.
Como pequeña porción de la costa en forma de saliente, el cabo ha tenido un significado simbólico. En la antigüedad, el último lugar de un territorio era, precisamente, un cabo. Esto explica el nombre del Cabo Finisterre (en latín significa el fin de la Tierra y está situado en la costa gallega). Para los romanos era el punto más extremo del territorio occidental, posee un faro desde el siglo XlX y es un lugar conocido por los naufragios y algunas célebres batallas.