Las balanzas electrónicas son balanzas caracterizadas porque realizan el pesaje mediante procedimientos que implican sensores. Las mismas se establecen como una alternativa a las balanzas de índole mecánica, que tiene el mismo cometido pero se fundamentan en un juego de contrapesos. Las balanzas electrónicas pueden llegar a tener una exactitud notable y un precio razonable, hecho que las posiciona muy bien en el mercado. Como contrapartida, pueden sufrir una mala calibración momentánea, circunstancia que haría necesario un trabajo de mantenimiento. Las balanzas electrónicas suelen ser muy prácticas para la medición de pequeños pesos, como aquellos que responden a necesidades de comercialización de productos para alimentación.
Las balanzas son un elemento que puede encontrarse ya en épocas remotas. En este caso, armaban un sistema de contrapesos para conocer cuánto pesaba un objeto determinado. Así, tenían dos platillos, uno en donde se ponía un peso conocido y otra en donde se ponía un peso desconocido; cuando se equilibrasen los platillos, se conocería el peso del producto que se buscaba evaluar. Con pequeñas diferencias, el mismo principio se usó una y otra vez en las balanzas mecánicas, cada vez con un mayor grado de precisión. No obstante, con los adelantos técnicos, la balanza electrónica vino a ofrecer una alternativa a este viejo sistema.
La balanza electrónica, a diferencia de su antecesora, utiliza un sensor para conocer el valor del peso que se deposita. El mismo envía distintas señales eléctricas en función del peso, señales que serán digitalizadas y decodificadas por un pequeño procesador. El valor resultante será mostrado en una pequeña pantalla LCD. Es por ello que este tipo de elementos necesitan electricidad para su funcionamiento. Si la balanza está calibrada, la exactitud puede ser muy aguda, hecho que hace de este tipo de elementos muy valiosos para distintos ámbitos posibles de trabajo.
El surgimiento de un artefacto como la balanza dista de ser accidental. En efecto, ya desde tiempos remotos existía una necesidad concreta que satisfacer, la de tener una referencia exacta de los distintos pesos para poder comerciar distintos productos. Este hecho hizo que la medición sea cada vez más precisa. Hoy en día, con las modernas balanzas digitales, esa intención primigenia se ve satisfecha en buena medida y con posibilidades futuras de mejora. Quizá el único problema de las mismas es la descalibración que pueden sufrir en determinadas circunstancias; no obstante, siempre existirán variantes mejor diseñadas como para hacer más improbable este tipo de inconveniente.