Se denomina autorregulación a la capacidad que posee una entidad o institución para regularse a sí misma, lo cual supone un logro de equilibrio espontáneo, sin necesidad de la intervención de otros factores, entidades o instituciones para lograr dicho proceso de autorregulación.
El término es amplio, en cuanto es aplicable a varios campos, y aquí explicaremos y ejemplificaremos los más relevantes al término y al caso.
Uno de ellos, está relacionado con la biología y la anatomía de los animales. El ser humano, por ejemplo, tiene la capacidad de adaptarse a diferentes climas, sin necesidad de realizar ningún esfuerzo ni acto voluntario extra.
Por ejemplo, en un día de mucho calor en nuestra ciudad, nuestro cuerpo autorregulará su temperatura, y nosotros no debemos trasladarnos a otra ciudad donde haga frío o menos calor. No es el caso de muchos seres vivos como los insectos que deben realizar acciones voluntarias para sobrevivir porque no poseen procesos de autorregulación interna a su organismo. En un día de mucho calor, un insecto determinado deberá trasladarse hasta un espacio donde la temperatura o las condiciones climáticas no lo dañen, como por ejemplo, refugiarse debajo de una roca, entre la copa de un árbol o en un lugar donde no lo alcancen los rayos del sol.
Otro caso es el de la economía de mercado. El mercado ha sido blanco de numerosos y agitados debates, reflexiones, polémicas y opiniones encontradas (y conflictivas). Algunos exponen que el mercado no puede avasallar con el estandarte del liberalismo y pretender que los estados no interpongan barreras o condiciones de funcionamiento. Son por ejemplo las bases del Keynesianismo (desarrollado por John Keynes) o las corrientes populistas. Según ellos, el Estado debía estar presente y ser activo en cuanto al funcionamiento del mercado.
Otros, los “liberales”, asumen que el mercado está provisto de auto control, y de este modo se auto regula, por lo cual no es necesaria la intervención de los Estados ni el control externo al circuito económico del mercado. Lejos de ser un dilema cerrado y resuelto, aún hoy genera (y seguirá generando) confrontaciones a partir de puntos de vista diferentes respecto al tema.
La autorregulación también está relacionada con el periodismo o la actividad de los informadores, en cuanto plantea la necesidad de ejercer el derecho a la libertad de expresión, pero tomando consciencia de la responsabilidad que conlleva dicho derecho, en cuanto quienes reciben las informaciones también gozan del derecho a la información, y a que ésta sea veraz, completa y oportuna. Sin llegar a la autocensura, la autorregulación supone diversidad y profesionalismo en la actividad periodística, que no esté ligada a intereses empresariales, gubernamentales, o en general, de un sector específico de la sociedad.