Se lo comprende como la capacidad que existe para generar y saber administrar ingresos y recursos propios a partir de la capacidad y creatividad, de modo que no es apenas un sinónimo de tener dinero, porque uno puede poseer recursos, pero al mismo tiempo obstáculos para su utilización, como lo ilustra el polémico caso de tutela de la artista Britney Spears, cuya fortuna está, desde 2008, en poder del padre y una empresa privada (esta se retiró en 2021), amparado en las leyes del sistema jurídico norteamericano. Así mismo, se reconoce un abordaje especial como tema de género, conectado a la mujer por las condiciones de desigualdad que regularmente existen en los diferentes ámbitos económicos y sociales, aunque el término se puede conceptualizar a toda persona que requiere de una igualdad de beneficios.
Por ejemplo, si una persona tiene una determinada actividad, como la de un chofer independiente, quien, por no tener un ingreso fijo, sufre de discriminación al momento de tener una negativa en el trámite de un crédito bancario o préstamo, y tampoco tiene ciertas prestaciones que se obtienen al ser un asalariado, como seguro médico, fondos de pensiones y otras tantas asistencias que se bridan. Existen algunas instituciones financieras que sí lo hacen, pero con un enorme porcentaje en recargos y tasas de interés. Debido a que la persona no cuenta con un salario definido, las empresas se aprovechan de la necesidad que tienen.
Esta desigualdad económica se destaca mucho en donde se desenvuelven las mujeres, en especial por las funciones que suelen tener, como ama de casa siendo el caso más recurrente. Estas no reciben un salario y no gozan de ninguna prestación, de modo que toda su vida financiera está atada a partir de las oportunidades que tiene su pareja, como el seguro por matrimonio, tarjeta de crédito adicional, no teniendo una posibilidad de hacerlo por ella misma. Al momento de una separación queda totalmente desamparada en este aspecto. Por esta desemejanza, se han creado y se trabaja en marcos legales que buscan la integración de estas mujeres a las oportunidades económicas y financieras.
Subempleo y autonomía económica
A partir de la dispar distribución de la riqueza, en muchos países las personas se lanzan a abrir sus propias actividades laborales, en pos de una autonomía económica. Regularmente se da en el comercio informal, donde se dedican a vender cosas creadas por uno mismo, o a ser distribuidores de productos. En Latinoamérica, se da mucho el fenómeno de los mercados sobre ruedas, resultando en espacios propicios dadas las circunstancias, donde los vendedores solo tienen que pagar una cuota para poder ofrecer sus productos.
Sin embargo, esto ha desencadenado problemas económicos para la nación y los sistemas más tradicionales. En especial, porque no existe una recaudación fiscal por parte de estos trabajadores, cómo sí ocurriría si tuvieran un empleo formal, donde se tienen obligaciones e impuestos que tienen que pagarse.
Otra característica del subempleo, es el cambio de dirección profesional, gente con un nivel educativo alto y experiencia en ciertos ramos, tengan que realizar actividades fuera de su ámbito, menos productivas y con ingresos diferentes. Este tipo de subempleados con autonomía económica crecen día a día, siendo un fenómeno pone en jaque las variables económicas debido al alto nivel de desempleo, ingresos, pobreza y desigualdad, elementos que dificultan el crecimiento económico.
Inclusión financiera de la mujer
Considerar una inclusión financiera de estos personajes económicos es una muy buena solución para el establecimiento financiero y económico. Si bien existen regulaciones que permiten la inclusión de mujeres a un mejor trabajo y empleos con remuneraciones adecuadas, a partir de las cifras que arrojan ciertos estudios como el Índice de la Población Económicamente Activa, se puede ver la gran brecha entre las mujeres que trabajan contra los hombres activos. En algunos países como en Argentina se mantiene esta desigualdad estancada desde hace algunos años. Se debe incrementar la participación femenina en el mundo laboral, sin importar oficio y profesión.
Otro rubro que se considera a la inclusión es el trabajo en casa. Este tipo de empleo no remunerado ocupa tiempo, estipulado en general de 42 a 50 horas a la semana (aunque está claro que, en la realidad cotidiana, es un rol que ocupa las 24 horas diarias, donde pueden ocurrir imprevistos en cualquier momento), horas que las mujeres dedican sus fuerzas al hogar, inclusive si estas trabajan de manera formal. En algunos países se está considerando mecanismos de integración, por ejemplo, existen subsidios para amas de casa y madres solteras, sin embargo, se observan como ayudas, configurando un salario simbólico por su trabajo en casa, que tiene que mejorarse si se quiere proporcionar herramientas reales. También, existen aún muchas mujeres que todo su tiempo se invierte en estas actividades, lo cual debe acabar, para permitirse generar sus ingresos de manera independiente.
Otros apoyos que aumentan la inclusión de la mujer son los cursos que brindan diferentes instituciones para aprender a administrar sus finanzas personales, tomar decisiones para emprender un negocio y cómo buscar financiamiento para ello, lo cual abarca no solo a las amas de casa, sino para toda persona que se encuentra desempleada. El gobierno apoya estas prácticas, ya que busca su integración al mundo económico, proyectando un aumento del empleo, así como de las cifras de recaudación, hacia la estabilidad del mercado y la producción.