La idea general del autoconvencimiento está enmarcada dentro de la psicología y más concretamente en el apartado de la autoayuda.
Autoconvencernos significa que somos capaces de proyectar en nuestra mente una idea con algún propósito, normalmente conseguir un objetivo o una meta.
El autoconvencimiento no quiere decir que nos engañemos a nosotros mismos, eso sería el autoengaño y es una estrategia negativa, ya que implica que creemos en algo falso y sin fundamento. El autoengaño puede llegar a tener un componente patológico (aquellas personas que tienen un delirio y creen que son alguien diferente). Nos autoconvencemos de algo cuando establecemos un diálogo interior, de tal manera que determinamos un propósito y nos animamos para pelear por él. Dicho con otras palabras, sería como decirnos «tú puedes».
El autoconvencimiento es un mecanismo de motivación personal, una manera de afrontar la realidad o de asumir un compromiso. Los especialistas en el comportamiento humano consideran que se trata de una estrategia útil para potenciar el pensamiento positivo y no dejarse vencer por la adversidad, por posibles excusas o por la pereza.
Algunos defienden que esta estrategia de motivación es de gran utilidad cuando se presentan situaciones nuevas que pueden generar incertidumbre o dudas en nuestro interior. Al mismo tiempo, se considera que el éxito personal en cualquiera de sus formas requiere que se adopte previamente un pacto personal firme, es decir, debemos autoconvencemos de nuestras posibilidades y capacidades.
Si bien la idea del autoconvencimiento tiene normalmente un sentido positivo (fomenta la proactividad y el optimismo), existe una versión perversa de este mecanismo mental. Un ejemplo en esta línea sería la manipulación de la conducta de algunas sectas destructivas, que pueden llegar a provocan algún tipo de autoconvencimiento de sus seguidores con algún fin ilícito y poco saludable. En estos casos, las víctimas creen ser ellas mismas quienes se convencen cuando en realidad están siendo convencidas o manipuladas.
El poder del autoconvencimiento es indudable. Prueba de ello es el efecto placebo, que consiste en el que la mente humano se cree que algo puede ser beneficioso para la salud a pesar de que en realidad sea totalmente neutro. La autosugestión mental es una variante del término que aquí analizamos, pero el mecanismo es el mismo: nos decimos algo, creemos en ello e intentamos lograr lo que queremos.