- El sorprendente nacimiento de los gemelos
- La niña de papá
- La expulsión de Calisto
- Diana se enfada con Acteón
Artemisa nació como resultado de una de las muchas infidelidades de Zeus hacia su esposa Hera, en esta caso la engañó con Leto (hija de titanes). Esta se quedó embarazada y tuvo a dos preciosos gemelos: Artemisa y Apolo.
La pequeña fue la primera en nacer, Leto dio a luz ella sola, sin ayuda, y quedó fascinada al ver a su hija, de piel pálida y cabellos morenos como ella, era el retoño más bonito que había existido jamás. No sólo era increíblemente guapa, recién nacida Artemisa ya se puso de pie al lado de su madre.
Entonces Leto comprendió porqué su embarazo había sido tan duro (al principio incluso pensaba que su hijo o hija sería alguna clase de monstruo), nada de eso, Leto esperaba otro hijo más, que se había quedado atrapado sin poder salir. Por eso Artemisa ya se había espabilado en su primer día de vida, debía ayudar a su madre y salvar a su hermano.
Entre las dos consiguieron sacar al niño sano y salvo. Este también era precioso, pero de cabellos rubios, color del oro. Leto lo llamó Apolo.
Zeus quería mucho a Artemisa, era para él una de sus hijas predilectas, y no podía decirle que no a nada. La pequeña diosa lo sabía y por eso aprovechó para pedirle a su padre ciertos privilegios.
Artemisa tenía claro que no quería tener descendencia de ningún tipo, ni tampoco un dios u hombre de ningún tipo a su lado, sería una diosa virgen.
Además, le atraía enormemente la caza y corretear por los bosques, así que si su hermano pequeño tenía un arco y unas flechas ¿por qué no podía ella tener uno? También quería que ciertos animales la acompañaran en esta actividad: los ciervos, su debilidad, a la diosa le encantaban estos animales por su gracilidad de movimientos. Y también los perros grandes, astutos y nobles.
Además, ya que se mantendría virgen (pero eso no quería decir que deseara la soledad) le gustaría estar acompañada por un grupo de ninfas particulares, vírgenes como ella, sus compañeras de aventuras.
Y para acabar con todos sus deseos…la Luna. El símbolo de la noche, tan fascinante y misteriosa. Ese sería su símbolo.
Zeus cumplió con sus deseos, al fin y al cabo era de sus favoritas.
Uno de los mitos más conocidos con Artemisa como protagonista es el castigo de Calisto, que podemos leer en Las Metamorfosis de Ovidio.
Calisto era una de las bellas ninfas seguidoras de la diosa. Tal era su belleza que (como no) Zeus se sintió atraído hacia ella, y sabiendo que no podría yacer con ella por voluntad propia (pues las ninfas mantenían voto de castidad en honor a su diosa), el rey de los dioses fue cruel con ella y la violó.
Calisto tuvo mala suerte y se quedó embarazada del dios. La pobre ninfa trató de ocultarlo todo lo que pudo tapándose con amplias ropas, pero los meses pasaban, su barriga crecía y el embarazo se hacía cada vez más evidente.
Un día, Artemisa quiso darse un baño con todas sus ninfas en el bosque. Todas comenzaron a desvestirse entusiasmadas, todas menos Calisto, que no parecía cómoda ante la situación. Pero Artemisa era terca, y además era una diosa, no aceptaría un no por respuesta. O se bañaban todas o no se bañaba ninguna.
Algunas de las otras ninfas ayudaron a Calisto a desvestirse y su secreto fue revelado: una barriga crecida, un embarazo avanzado.
Las ninfas exclamaron asombradas. ¡Calisto había incumplido su promesa más importante!
Y Artemisa se enfadó muchísimo con la ninfa, se sentía traicionada, dolida. Debía castigarla por ello.
La pobre Calisto había sido en realidad violada, pero como Zeus era el padre de la diosa y además el rey del Olimpo, Calisto no se atrevió a acusarlo, ni siquiera a contar la verdad de los hechos.
Artemisa, terriblemente decepcionada, acabó expulsando a Calisto de su séquito de doncellas. Ya no era digna de formar parte.
En este otro mito también presente en Las Metamorfosis, Artemisa está de nuevo dándose un apacible baño en el bosque con sus ninfas para descansar tras una intensa cacería.
Daba la casualidad que Acteón, un joven cazador, también había salido de caza por aquellos parajes. Cuando vio a la guapa diosa y sus doncellas bañándose todas desnudas, Acteón no pudo evitar acercarse, embelesado por el espectáculo.
Artemisa se dio cuenta del mirón y se sintió humillada, avergonzada pero sobre todo furiosa. Su fuerte carácter y temperamento la hizo actuar sin vacilación.
Diana convirtió a Acteón en un ciervo, y los perros del joven cazador, sin reconocer a su amo, se lanzaron sobre él y lo devoraron. El pobre Acteón acabó muriendo por su osadía al mirar a las mujeres que se bañaban. Tal vez un castigo desmesurado para el crimen cometido…¿pero quién es cualquier mortal para cuestionar las acciones de los dioses?