La idea de armonía expresa el equilibrio que se manifiesta entre los distintos aspectos o partes de un conjunto determinado.
Es un concepto que se utiliza principalmente en el mundo del arte, pero también en aquellas circunstancias donde haya un sentido de la proporción.
Musicalmente, la armonía de una canción o de una composición se manifiesta a través de los distintos sonidos que se combinan de manera conjunta. La melodía de un tema musical va acompañada de una cierta armonía. Son muy diversos los elementos que crean la armonía: la frecuencia de un sonido, la tonalidad de las notas, los intervalos, la escala, etc. Un experto en música es capaz de describir técnicamente cuándo una expresión musical puede ser considerada como armónica.
En el mundo de la pintura, el conjunto de formas y colores de una obra pueden tener una armonía, es decir, un cierto equilibrio entre los distintos elementos pictóricos. De hecho, se habla de la armonía cromática, un aspecto técnico de la pintura en relación con las combinaciones de los colores. Este aspecto también es aplicable a las artes visuales en general.
Tanto en la música como en la pintura se utilizan conceptos muy afines e incluso se emplea el concepto de musicalidad de los colores, algo que precisamente comunica que la armonía está presente en las dos manifestaciones artísticas. Cualquier persona que escuche una melodía o contemple un cuadro va a percibir (aunque sea de manera inconsciente) una sensación relacionada con la proporcionalidad, es decir, con la armonía.
Hay algunos planteamientos religiosos o filosóficos que tienen el objetivo de buscar la armonía interna del individuo. El budismo es paradigmático en este sentido, ya que mantiene la tesis de que el hombre será feliz si sabe encontrar la armonía personal dentro de la pluralidad del mundo. En una línea similar al budismo, hay otras doctrinas que hacen hincapié en el valor de la armonía como concepto individual y al mismo tiempo global (por ejemplo, el ecologismo). En líneas generales, todas las propuestas ideológicas expresan el anhelo de una vida armónica y para conseguirla proponen una serie de pautas y recomendaciones que, si son respetadas por el hombre, permitirán alcanzar la ansiada armonía vital.
Lo contrario de armonía sería la disonancia, el desequilibrio o la discordia. En la armonía hay un cierto orden deseable, ya sea en lo material, en lo espiritual o en lo artístico. Y cuando no hay orden, existe el caos y la anarquía o, en otras palabras, la ausencia de armonía.