Reconocida como una de las formas más características de emotividad en las sociedades actuales en las que vivimos, la angustia es un duro sentimiento que no siempre puede ser fácilmente explicado o explicitado y que tiene que ver con temores, miedos, tristezas, dolores o sufrimientos pasados, etc. La angustia puede aparecer y desaparecer de manera rápida según las circunstancias, pero hay situaciones en las que puede convertirse en un sufrimiento crónico.
¿Cómo podemos explicar qué es la angustia?
Para comenzar a definir qué entendemos cuando hacemos referencia a la angustia, debemos decir que la misma es un sentimiento. Esto quiere decir que no tiene demasiado que ver con cuestiones racionales sino que estamos hablando de cuestiones emotivas, sentimentales y afectivas que sí, pueden afectar nuestra psiquis. A diferencia de otros sentimientos, la angustia es una sensación negativa, penosa y que implica un determinado nivel de sufrimiento para la persona que la vive. La angustia es, ante todo, incertidumbre, dolor, tristeza. Puede presentarse por pequeñas cosas (angustia por no poder resolver una situación tan simple como qué comprar) o por situaciones más graves (la enfermedad, la posibilidad de la muerte, etc.).
La angustia como un condicionante de nuestra calidad de vida
No es casual que este sentimiento sea hoy en día tan común entre los individuos de las grandes sociedades. Esto se debe a que el estilo de vida que llevamos contribuye a edificar en nuestra psiquis y en nuestra emocionalidad un sinfín de sentimientos negativos que tienen que ver con sufrimiento ante situaciones dolorosas, ansiedad, pánico, falta de certezas, etc.
La angustia actúa condicionando nuestras vidas porque ya sea que se trate de una angustia pasajera o una angustia crónica (también conocida como depresión), en el momento en el que se presenta no podemos resolver cómo actuar y muchas veces incluso no podemos identificar claramente por qué nos sentimos así. Sólo tenemos ganas de llorar, perdemos la esperanza, no tenemos energía para realizar las actividades normales, no queremos vincularnos con otras personas, tenemos ataques de pánico o miedo, etc.
La depresión como la forma de la angustia más grande
Una de las condiciones más típicas y que más se encuentra en los adultos es la de la depresión, una enfermedad dolorosa y muy difícil de subsanar que supone la presencia casi permanente de una angustia muy existencial e intrínseca en la persona que dificulta cualquiera de sus deseos o actividades.
La depresión es la forma más exponencial de la angustia y es un sufrimiento crónico que debe ser tratado propiamente para asegurarle a la persona una calidad de vida por lo menos tranquila y agradable. No suele tener causas fácilmente identificables y es por eso que es complicado lidiar con ella.
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