La etimología de la palabra “anarquía” remite al griego ἀναρχία (anarchía), con base en el prefijo privativo ἀν- (an-), de “no”, “sin”, y el verbo ἄρχειν (árchein), de “liderar”, “comandar”, “estar al frente”, por lo que se relaciona con la idea de ausencia de una autoridad o de un gobierno centralizado.
Si bien la palabra anarquía muchas veces se utiliza para señalar las situaciones de caos y descontrol en que un Estado debilitado no es capaz de resolver los conflictos, también existe una corriente de pensamiento que defiende a la anarquía como un modo particular de organización política. Dicha corriente, conocida como anarquismo, se reconoce como defensora de las libertades de las personas, se opone a las jerarquías y entiende a las estructuras de poder como las causantes de la corrupción de los seres humanos. Así, según esta teoría, la ausencia de verticalismos, cuyo principal exponente es el Estado, favorecería la igualdad social y garantizaría la libertad plena de las personas.
Historia
El concepto de anarquía se originó en la Antigua Grecia para hacer referencia al desorden y el caos causados por la ausencia de un poder político fuerte. De esta forma, se trataba de un concepto con carga negativa ya que la anarquía constituía una situación sociopolítica particular que debía ser evitada por todos los medios posibles.
No obstante, a partir de la Edad Moderna, comenzaron a surgir teorías que encontraban en la anarquía no solo una forma de organización política posible sino también deseable. Así fue que a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, el anarquismo se constituyó, junto con el socialismo y el comunismo, como una corriente política opuesta al modo de producción capitalista.
En dicho contexto, Max Stirner, Pierre Joseph Proudhon y Mijail Bakunin, reconocidos como los principales exponentes de la teoría anarquista, retomaron las ideas del pensador francés Jean-Jacques Rousseau (quien señalaba que el ser humano es bueno por naturaleza) y propusieron la abolición de las estructuras de poder con el objetivo de reinstaurar el estado de naturaleza y eliminar las jerarquías. En este sentido, el anarquismo entiende que han sido las instituciones y las tradiciones que, al ser antinaturales, han corrompido a los seres humanos. En esa misma línea, el Estado es concebido como la principal institución antinatural que legitima las relaciones de poder y, por ese motivo, debe ser eliminado. Así, a diferencia del socialismo que propone sostener una estructura estatal hasta que se hayan logrado eliminar a las clases sociales, el anarquismo lucha por una abolición inmediata del Estado.
Características
La anarquía refiere a una forma de organización política y social que se corresponde con ciertas características particulares. En primer lugar, debido a que el anarquismo entiende que los seres humanos son esencialmente buenos, se les reconoce a los mismos la capacidad de autogobernarse sin la presencia de una autoridad superior que los regule. Por tal motivo, propone la abolición del Estado, entendido como una institución innecesaria que corrompe a los seres humanos, los oprime y les anula sus libertades individuales y colectivas. Asimismo, el anarquismo también se opone a la presencia de partidos políticos orgánicos ya que, desde su óptica, los mismos solo representan intereses de clase y, de esta forma, favorecen el desarrollo de las jerarquías.
En este punto, vale destacar que el anarquismo propone una sociedad libre de jerarquías para evitar el dominio del hombre por el hombre. De esta forma, sostiene que es necesaria la formación de asociaciones constituidas de manera libre y voluntaria sin necesidad de hacer uso de la fuerza física. Prueba de ello lo constituye el símbolo universal de la anarquía que está conformado por la letra A rodeada por un círculo que representa la ausencia de verticalismos y el predominio del equilibrio natural. Esto es así debido a que, según el anarquismo, el ser humano naturalmente genera lazos cooperativos y es su propia racionalidad la que favorece el buen funcionamiento de las sociedades.
Finalmente, si bien el anarquismo propone la aplicación voluntaria del mismo como modelo político propiamente dicho, también la anarquía puede surgir en situaciones de debilitamiento del Estado en que este no es capaz de resolver los conflictos. Por ese motivo, el concepto de anarquía también puede ser utilizado como sinónimo de caos y descontrol social.
Referencias bibliográficas
Nettlau, M. (1978), “La anarquía a través de los tiempos”, España: Júcar.Nozick, R. (1974), “Anarquía, Estado y Utopía”, México: Fondo de Cultura Económica.