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Nació en La Haya. Su nombre completo es Catalina Amalia Beatriz Carmen Victoria de Orange.
La elección de los nombres no fue caprichosa, ni producto de debate entre sus padres, sino que cada uno le rinde homenaje a las mujeres más importantes de la familia: Beatriz es en honor a su abuela paterna, Carmen por su abuela materna, y Victoria, por la princesa de Suecia, que además es su madrina de bautismo.
Sus padres son: el Rey Guillermo Alejandro de los Países Bajos, y la reina consorte Máxima Zorreguieta.
Tiene orígenes nobles holandeses. por parte de su padre, y rioplatenses por su mamá, quien es oriunda de Argentina.
Máxima pertenece a una familia acomodada de Argentina. Sus estudios básicos y superiores los realizó en su patria y a finales de los años noventa viajó a Nueva York para completar estudios de posgrados. En ese viaje, conoció, por amigos en común, al por entonces Príncipe de Orange.
Se casaron en 2002 y al año nació Amalia.
Tiene dos hermanas menores: Ariane y Alexia.
Nació con el mandato de ser reina de su patria, de no mediar ningún imprevisto, cuando su padre fallezca o abdique.
Fue bautizada en una iglesia de La Haya y cuenta con varios padrinos tal impone la costumbre: su tío paterno Constantino de los Países Bajos, su tío materno Martín Zorreguieta y la princesa Victoria de Suecia, entre otros.
A propósito de ello, a los 14 años, se sinceró con su papá, y le dijo que ya se había amigado con la idea de reinar Holanda.
Cursó sus estudios primarios en Openbare Bloemcampschool.
Su abuela abdicó, su padre asumió como rey, y a ella automáticamente se le concedió el título de princesa de Orange, por ser la primera en la línea sucesoria.
Tenía 9 años por ese entonces, y confesó que el evento la conmocionó en una primera sensación, porque claro, todos empezaron a verla ya como la heredera y próxima reina de Holanda. Una vez superado ese primer shock, aseguró, ya vivirlo como un gran honor.
Comenzó sus estudios secundarios en la Escuela Cristiana Sorghvliet, a la cual también asistió su padre, en La Haya.
Aceptó que se escriba su biografía al cumplir la mayoría de edad.
De esta manera cumplió con una de las tradiciones de la monarquía neerlandesa, de conversar con una escritora sobre su vida, ideas y proyectos, que se convirtió en un interesante libro, titulado Amalia.
Su publicación les permitió a millones de holandeses y extranjeros conocerla.
En dicha charla con la escritora, cantante y comediante Claudia de Breij, confesó que una vez a la semana realiza terapia para tratar sus emociones.
Se reconoció muy perfeccionista y le atribuyó igual valor a la salud física como a la mental. Para ella, ambas, van de la mano, se combinan.
Tras la finalización del Bachillerato, decidió tomarse un receso en el estudio. Se recibió con un promedio 8 cum laude.
Renunció a una asignación de 300 mil euros anuales que le correspondían por ley.
Dicha decisión llegó luego que sus padres hayan sido cuestionados por sus gastos en vacaciones, y, asimismo, por la celebración de su mayoría de edad con una fiesta en el palacio.
Asistieron alrededor de 20 personas, en el marco de la ola de coronavirus, contradiciendo las disposiciones gubernamentales que recomendaban reuniones de no más de 4 personas.
Surgieron fuertes rumores respecto que mantendría un romance en secreto con el hijo de una acaudalada familia que reside en Westfalia.
Asumió un cargo en la división asesora del Consejo de Estado de los Países Bajos.
Decidió estudiar en la Universidad de Ámsterdam, las siguientes disciplinas: política, economía, derecho.
Se instalará en una vivienda alquilada que compartirá con otros estudiantes.
Su decisión rompió con una larga costumbre entre los Orange-Nassau de seguir los estudios superiores en la Universidad de Leiden, la más antigua del país, y a la cual asistieron su abuela y su padre.