- 356-353 a.C.
- 340 A.C.
- 336 a.C.
- 334 a.C.
- 331 a.C.
- 326 a.C.
- 324 a. C.
- 323 a.C.
- Post Mortem – 2004
Nació en la ciudad de Pela, Macedonia, en la Antigua Grecia, y también fue llamado Alejandro III.
Hijo de Olimpia de Epiro y del Rey Filipo II de Macedonia, un reino ubicado al Norte de Grecia.
Su padre aprovechó la coyuntura política de Atenas, tras la devastadora y larguísima Guerra del Peloponeso (431-401 A.C.), que la dejó en un tremendo desequilibrio, para someterla a ella y a toda Grecia a su dominio.
Mientras su padre se encontraba en el campo de batalla, Alejandro, recibió una educación esmerada y apropiada a su futuro como líder del imperio y sucesor de su padre: estudió matemáticas, destrezas como tiró al arco, entre otros contenidos.
Uno de sus maestros más renombrados fue el filósofo griego Aristóteles.
Su padre lo designó regente del Imperio.
Filipo lo aleccionó personalmente en materia de estrategia militar. Entre las técnicas que mejor aprendió, y más usó, se cuenta la de la línea oblicua: se colocaban 16 hombres por cada una de las columnas. Los soldados ubicados en la primera línea colocaban sus armas en línea recta, en tanto, los que estaban en las filas siguientes debían empuñarlas, con algo de inclinación, en dirección vertical, conformando así una línea defensiva oblicua.
Se convirtió en rey, tras el asesinato de su padre, a los 20 años. Ya contaba con una importante y reconocida experiencia como militar.
Ante la rebeldía griega no titubeó, y tomo por asalto a la ciudad de Tebas. Arrasó con todo lo interpuesto a su paso y sometió al pueblo.
Se movilizó con sus tropas para conquistar el imperio persa. Casi todas las ciudades griegas que estaban en manos de los persas reconocieron su autoridad.
Derrotó finalmente al emperador persa Darío III y sumó a sus dominios: Anatolia, Egipto, Oriente Próximo, Hélade, Asia Central y los ríos Oxus e Indo.
Continuó camino a Egipto donde encontró a un pueblo listo para adorarlo cual faraón.
Justamente en tierras egipcias fundó la famosa ciudad de Alejandría, que se erigió en la más relevante de sus territorios. De todas maneras, de unas 70 ciudades que fundó, todas llevaron su nombre.
Consideró que el mejor instrumento para unificar su amplio y heterogéneo imperio fueron las uniones matrimoniales pactadas en función de determinados intereses. El mismo se casó con la princesa Roxana, hija de un noble persa.
Más tarde se casó con Estatira, hija del Rey Persa Darío III y luego con Parisátide, una noble persa e hija del rey Artajerjes
Del este prosiguió su gesta hasta el Mediterráneo y se enfrentó a las tropas de Darío, que habían recompuesto algunas fuerzas.
Si bien las milicias persas superaban en número a las de Alejandro, éste contaba con la ventaja de la cohesión y apoyo de éstas, claves para triunfar… y así lo hizo. Conquistó finalmente a los persas.
Su afán conquistador no lo detuvieron y entonces avanzó por más territorios. Doblegó a la ciudad de Bactriana, en Afganistán, e incluso se casó con la hija de un jefe, Roxana.
Tuvo dos hijos, Heracles de Macedonia, con su amante Barsine, y luego a Alejandro IV, fruto de su unión con Roxana.
Invadió y conquistó la India, derrotando a su rey Poros.
En materia religiosa y cultural fue un líder tolerante. Si bien estaba dominado por el politeísmo griego, la adoración a los Dioses de quienes recibía las instrucciones para actuar, según decía, supo aceptar las religiones de los pueblos conquistados, aprender de ellas y adorar también a sus representantes.
En materia económica su imperio creció y aprovechó los productos persas para aumentar las arcas de sus posesiones.
Los productos persas eran muy demandados y también hizo uso de los caminos, también construidos por ellos, y sumó más flotas para agilizar e incrementar los intercambios comerciales.
Murió su íntimo amigo Hefestión.
Mantuvo un estrecho vínculo de amistad con Hefestión, a quien a lo largo de la historia se lo señaló como su amor y amante.
Fueron juntos a la escuela y ambos compartieron las clases con Aristóteles.
Al monarca le gustaba decir en público que Hefestión era su alter ego.
En aquellos años no eran ni un tabú ni una rareza las relaciones homosexuales, aún más estaban aceptadas, mientras que a las mujeres se las usaba más como progenitoras de niños.
Los excesos de comida y alcohol terminaron prontamente con la vida de su amigo y esto descontroló de angustia a Alejandro.
Le costó varios días superar su muerte e incluso dejó de comer y de acompañar a sus tropas, lo que habla del fuerte sentimiento que lo unió a él.
Hefestión, se desempeñó como comandante de caballería y Gran Visir en Asia.
Estuvo casado con una de las hijas del rey persa Darío.
Murió de manera repentina e inesperada en Babilonia, se presume a causa de fiebre tifoidea, aunque también se especuló la posibilidad de un envenenamiento. Unos días antes había participado de un banquete ofrecido por un amigo en el cual bebió bastante. Tenía 32 años.
Como buen general y dominador de un imperio que estaba rendido a sus pies, pidió a sus incondicionales que le cumpliesen unos últimos deseos tras su fallecimiento: su ataúd fuese llevado en andas por los médicos más prestigiosos, que los tesoros que logró en sus conquistas fuesen arrojados a lo largo del camino a su tumba, que sus manos quedasen fuera del ataúd y a la vista de todos.
Lo sucedió en el trono su hijo Alejandro IV.
Como era de esperarse, el imperio, sin su mando, sucumbió, sin embargo, ya había dejado su impronta y fue muy difícil alejarla. La cultura, el ánimo, y demás de la cultura griega, se habían mimetizado con la amplitud que propuso Alejandro.
En lo formal quedó escindido en tres porciones: el imperio seléucida, la Macedonia antigónida y Egipto Ptolemaico.
Se estrenó la película Alexander, un drama histórico que gira en torno de la vida de Alejandro Magno, estuvo dirigida y producida por Oliver Stone y estelarizada por Colin Farrell y Angelina Jolie, entre otros.