El ahorro es la cantidad de dinero que se guarda después de satisfacer las necesidades básicas. Una persona o entidad consigue ahorrar cuando ya ha cumplido con una serie de obligaciones económicas y el monto o cantidad resultante es el ahorro.
Es un concepto económico y los especialistas le otorgan un valor significativo. De hecho, se habla de la capacidad de ahorro de las familias como un indicador económico clave para entender una coyuntura social y económica. Si este índice no es lo suficientemente elevado, el consumo de las familias se resiente, puesto que sin ahorro no hay consumo. Se aprecia, por lo tanto, que estamos hablando de un concepto esencial en la economía capitalista, tanto desde un enfoque global como individual (técnicamente se utilizan los conceptos de macroeconomía y microeconomía).
Desde un enfoque bancario, hay toda una serie de productos financieros que están destinados a incentivar el ahorro. Esta estrategia permite mejorar la liquidez de una entidad y, paralelamente, premia al que deposita su dinero con unos intereses determinados. En el caso de España hay unas entidades que no son propiamente bancos, sino que su función es promover el ahorro entre sus clientes, son las denominadas cajas de ahorro; entidades financieras que no están enfocadas al lucro y al beneficio, ya que su orientación es de tipo social.
El ahorro es una costumbre muy arraigada en nuestra cultura, incluso los niños lo practican depositando dinero en sus huchas. En el fenómeno del ahorro hay normalmente una idea implícita, un proyecto concreto. Guardamos dinero (en una cuenta, una hucha o en un cajón) porque tenemos un objetivo y para conseguirlo necesitamos ir incrementando paulatinamente la cantidad inicial. Cuando surgió el pago a crédito, el concepto de ahorro se alteró significativamente, puesto que ya no era necesario comprar algo a través del dinero ahorrado, sino que se podía adquirir un objeto o un bien con un dinero que no se tenía.
Aunque no tengamos el objetivo de adquirir un producto o un servicio a largo plazo, los especialistas recomiendan destinar una parte de nuestros ingresos al ahorro. Es una recomendación que conecta con el sentido común, ya que gastar todo lo que tienes es un comportamiento que implica riesgos y puede acarrear problemas en un futuro.
Si bien la idea de ahorro tiene un claro sentido económico, no hay que olvidar que pone de relieve una actitud ante la vida. Así lo refleja la fábula de la cigarra y la hormiga. La cigarra disfrutaba el presente sin pensar en el mañana y no guardaba nada en previsión. La actitud de la hormiga era distinta, prefería privarse de algunos placeres y pensar en el futuro. La moraleja es evidente: la cigarra tuvo problemas y la hormiga no porque había sido ahorrativa.