El término administración se refiere a la disciplina o técnica encargada de estudiar la organización, coordinación, planificación y gestión de los diferentes recursos con los que cuenta una organización, ya sean tecnológicos, financieros, materiales o el sector humano. La finalidad de la administración es eficientizar su capital, es decir, alcanzar los objetivos propuestos con la menor cantidad de recursos posible, y en este marco se distingue el carácter público, en función del Estado para el bienestar y la resolución de problemas de la sociedad, y el privado, al respecto de las empresas y particulares a razón de sus intereses, en ambos casos en cumplimiento con las normativas jurídicas e impositivas vigentes.
Diferencia entre administración pública y privada
Si bien el término administración puede referirse a cualquier tipo de organización, la administración pública difiere de la administración privada (o administración de empresas) en algunos puntos importantes. En primer lugar, el objetivo de la administración privada es la consecución de ganancias o la generación de utilidades a través del manejo de la gestión de sus recursos, es decir, su finalidad es el lucro. Por su parte, el objetivo de la administración pública es uno mucho más abstracto y tiene que ver con el bien común: la finalidad última de la administración pública es lograr el mayor bienestar social posible.
Otro aspecto que diferencia la gestión de los recursos públicos de los privados, es la forma en la que la que el capital financiero es obtenido. La administración privada se capitaliza a través de la comercialización de productos o servicios, al contrario de la administración pública, la cual obtiene la mayoría de sus recursos financieros a través de la tributación, esto es, del cobro de impuestos en sus distintas modalidades. Es importante mencionar que si bien es cierto que existen algunas empresas gubernamentales que generan recursos para la administración pública, el mayor porcentaje de los ingresos del Estado sigue proviniendo de la recaudación fiscal.
Una tercera diferencia entre ambos tipos de administración radica en la forma en la que se toman las decisiones y los intereses a los que responden las mismas. En la administración privada las decisiones se toman de forma directa ya que, generalmente, es la propia organización la encargada de los diferentes procesos de la gestión y responde a intereses privados, es decir, a los intereses de la propia empresa. Por su parte, las decisiones dentro de la administración pública se llevan a cabo de manera colectiva puesto que en la gestión de los recursos públicos son varias las agencias que intervienen en los diferentes procesos administrativos; desde la asignación, hasta la contratación, la aprobación y el seguimiento de proyectos. Más aún, los funcionarios no han de responder a intereses particulares, sino que atienden a los de la ciudadanía y la población en general.
Funciones de la administración pública
Como ya sé mencionó, el principal objetivo de la administración pública es la consecución del bienestar social, sin embargo, las formas en las que este beneficio se consigue han diferido a lo largo de los años en buena medida dependiendo del régimen político o del sistema de gobierno que esté presente en el Estado: no era lo mismo la administración pública en el régimen de la democracia directa griega, que en los regímenes absolutistas de Europa occidental en los siglos XVII y XVIII. De acuerdo al Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI – México), en la actualidad, las distintas perspectivas en cuanto a la gestión de los recursos públicos pueden dividirse en tres categorías: la administración clásica, la nueva gestión pública (NGP) y la gobernanza.
La administración pública clásica deriva del pensamiento weberiano. Plantea una gestión de recursos altamente jerarquizada, rígida y con estricto apego a las normas y a las reglas de operación con la finalidad de evitar que los servidores públicos actúen de forma discrecional. Esta perspectiva asume una separación entre lo político y la gestión de recursos, y apunta a una profesionalización de aquellos que participan en la administración de los bienes públicos.
Por su parte, la NGP se caracteriza por introducir en la administración del sector público algunas de las estrategias, los enfoques y las herramientas utilizadas en la administración privada, tales como pueden ser la subcontratación de servicios o gestores de proyectos, y la privatización de algunas empresas estatales. Esta forma de administración favorece los principios económicos que orientan al libre mercado considerando al bien común como una mera utilidad y a la ciudadanía como su cartera de clientes.
Por último, la llamada gobernanza refiere a la vinculación entre el aparato burocrático y la sociedad. Supone que, al existir una ciudadanía más informada y más participativa, está debe de incluirse en el proceso de toma de decisiones de la administración pública a fin de que se puedan satisfacer las necesidades del colectivo de manera más eficiente; deja de lado la perspectiva del ciudadano como cliente, para considerarlo como un colaborador. Desde esta perspectiva se busca gobernar con los ciudadanos disminuyendo la visión jerarquizada prevista en el modelo clásico de la administración; en la gobernanza se pretende lograr un modelo mucho más horizontal en el que exista consenso entre ciudadanía y funcionarios.